sábado, 20 de junio de 2009

EL JUEGO LECTOR. Cuando la magia del ataque es vencida por la escuela defensiva.

Jairo Aníbal Moreno Castro (1)

La lectura es un juego, no sólo porque constituye una fuente genuina de placer, sino porque es una actividad reglada, un ejercicio lúdico en el que se encadenan, al amparo de unas reglas determinables, movimientos (jugadas) de distinto tipo. En su esquema fundamental, la lectura y el fútbol son prácticas humanas similares: las tácticas y las estrategias de éste, encuentran en aquella un correlato sorprendente. Tanto en la lectura como en el fútbol, pueden reconocerse niveles diferenciales de desempeño, siendo el nivel superior- aquí llamado productivo- el menos alcanzado y al tiempo, el más generoso en emociones. En las sociedades alfabéticamente subdesarrolladas, son pocos los jugadores de alta competencia. El bajo número de jugadores superiores es promovido desde la escuela, instancia cultural en donde predominan las tácticas tradicionalmente defensivas; allí, los entrenadores y los entrenamientos están dominados por un anacrónico espíritu de zaga.

Solamente cuando el clima lector asuma contornos más racionales y modernos, este particular juego, casi que connatural a la naturaleza humana, tendrá mejores desarrollos. Estos planteamientos conforman el itinerario argumental del presente ensayo. Esas, son sus tesis principales.

En el texto, la relación lectura- fútbol es permanente; no obstante, en algunas ocasiones se incluyen a manera de texto alternativo (de intertexto) pasajes que tienen la función de resumir o quizás de traducir al discurso académico la metáfora sostenida del ensayo, de manera que el lector podría optar por el texto o por el intertexto que le es equivalente*.

Por otro lado, el ensayo discurre en tres tiempos: en el primero se hace la caracterización del juego, mientras que el segundo tiempo está dedicado a la descripción de los diferentes tipos de entrenadores y sistemas de entrenamiento. Finalmente, en el último tiempo del trabajo se adelantan las observaciones referentes al campo de juego: Espacio finito con coordenadas precisas de cuyos mojones depende la lucidez de las jugadas y el resultado general del juego.

A pesar de las evidentes diferencias en todos los renglones de su personalidad: en su estilo, en la calidad, y en el uso de sus estrategias; en su filosofía y mecanismos de entrenamiento; en sus motivaciones y en su rendimiento general, Talina, Tomás y Tina, son tres escolares colombianos unidos por una afición común: el juego lector.

Antes de comprometernos con el descubrimiento de las marcas distintivas de estos tres pequeños jugadores, conoceremos de cerca las particularidades técnicas de este juego universal, aclamado mayoritariamente por las sociedades avanzadas pero con frecuencia practicado en ellas con estilo primitivo y con resultados poco alentadores.













EL JUEGO
El juego lector es, en su esencia, una aventura altamente entretenida y notoriamente compleja por sus exigencias tácticas. Es, además, un pasatiempo inteligente y con-sentido, rico en alternativas placenteras, generoso en maniobras gratificantes.

Es un juego que expulsa los temores, amedrenta a los fantasmas y les corta el vuelo a los tedios y rencores. Es una actividad lúdica con requisitos y con reglamentos definidos. Para llegar a la excelencia en este juego es necesario satisfacer tres obligaciones mínimas: estar motivado para iniciarlo, tener una clara disposición mental para resolver con acierto las jugadas complicadas y conocer en detalle las características del campo de juego, su código particular, sus dimensiones, su textura y su estructura.

En cuanto a su desarrollo y tal y como sucede con nuestro deporte nacional, alrededor del cual se congregan tantas pasiones incontroladas, en el juego lector la ley es avanzar (ver gráfico No. 1) y conquistar, ojalá con el menor derroche de tiempo y energías, el campo enemigo.

En tal sentido, la mejor táctica es traspasar con agilidad la zona defensiva con el fin de preparar de la mejor forma la incursión en el ataque. Para cumplir cabalmente con este objetivo, es importante recoger, con la mayor precisión y abundancia, las ideas encontradas a lo largo de la cancha. El jugador que aspire a la victoria debe procurar, en cualquier caso, no quedar atrapado en el propio territorio.

Armar y desarmar, significar, relacionar y producir son las jugadas claves, de cuyo dominio total e integrado depende la avanzada victoriosa. No obstante ser cada una de tales jugadas por sí mismas insuficientes para garantizar un resultado ganancioso, frecuentemente ciertos jugadores se empeñan en especializarse de manera aislada en alguna de ellas. La zona de armado y desarmado es un sector marcadamente defensivo en el que la maniobra principal es destruir el mensaje del rival, conseguir descomponerlo para luego, al reintegrarlo, dotarlo de significado y de sentido. El sector defensivo o zona de las sensopercepciones (visográfica), es un espacio de tránsito obligado en el juego lector; sin embargo, las destrezas en este momento particular del juego no suponen por sí solas la victoria final. Es esta una zona básica pero escasa quizás en grandes emociones. Aquí el ejercicio muscular, el movimiento superficial, la repetición insulsa, la mecánica “insabora”, son las jugadas privilegiadas en contra de la dinámica mental, la intensión creadora y la actitud profunda. Centralizar el juego en esta jugada particular y en este reducido espacio de la cancha, es apostarle de entrada a la derrota. Con estrategias de tal tipo (5-4 -1, 4-3-3)[1] aferradas compulsiva y pasivamente a evitar que el contrincante nos domine, nuestras selecciones nacionales han tenido que ceder a otros - a quienes por temperamento y por cultura han sido educados para ganar- el privilegio de los triunfos definitivos.

Significar es la segunda estación del juego; aquí, el jugador busca y encuentra las ideas más convenientes para hacer de su esfuerzo una tentativa coherente. Es el instante en el que los movimientos se cargan de significado, se pulen de ambigüedades y de contrasentidos. Es la zona del medio campo en la que el juego comienza a ganar en claridad, en la que el ejercicio empieza a desnudar al talentoso. En esta zona particular del campo, el acento se desplaza del músculo a la idea; es “pensando” como se conquistan ahora los aplausos.

La ejecución del siguiente movimiento es el resultado de competencias más profundas e impactantes. Relacionar es en este instante el objetivo. Conectar los momentos anteriores con la puntada final, es la meta perseguida en esta jugada. El jugador que logre ejecutarla con habilidad será entonces capaz de comprender cada jugada particular desde la perspectiva general del juego; será experto, igualmente, para identificar vacíos, para señalar imperfecciones contrastando las partes y situándolas en el ámbito mayor del campo. Aquí, el juego se vuelve definitivamente entusiasmante. Relacionar un movimiento y el juego mismo con otros movimientos y con otros juegos realizados en distintos instantes y en los más diversos escenarios, es una meta cautivante; es un pase artístico envidiable, para el que la tribuna reserva sus mejores ovaciones. El pase largo que llega a su destino con gran puntualidad superando las barricadas levantadas por el adversario, es la jugada más brillante del lector relacional. De su estilo, los rasgos sobresalientes son: la velocidad, los desplazamientos en diagonal, la habilidad para copar y recorrer mentalmente todos los espacios del terreno.

Es la última franja del campo, el espacio ideal del creativo, ello es, del jugador divergente y mentalmente flexible. Es el lugar apropiado para construir los amagues más sublimes, originales y auténticos. El jugador entrenado para brillar en este sector específico del campo tiene ante todo vocación de atacante. Su estilo es esencialmente productivo, goleador. Agudeza mental, velocidad de asociación, habilidad para anticipar y cerrar con sorpresa, con lógica y determinación las jugadas fabricadas previamente, son las virtudes más notorias del lector productivo. Malicia para deducir con el menor indicio las pretensiones del rival, es así mismo, una cualidad distintiva de este jugador, quien, como ninguno, es un experto para fabricar jugadas impredecibles, para adobar con fantasía sus movimientos en el campo. Imaginación, desborde, agresividad, agudeza para interpretar los mensajes del contrario, contundencia y suspicacia mental, son las señales que distinguen al goleador, al lector con olfato de artillero.

Ese, grosso modo, es el entramado táctico de este juego complejo que, como ya se dijo, es practicado masivamente en las comunidades postmodernas pero en verdad, es débilmente comprendido y muy pobremente ejecutado. Las jugadas deslumbrantes, esas que por construirse en la parte superior del campo, en la “zona de candela”, provocan los sentimientos más duraderos, son en nuestras sociedades iletradas, antes que la norma, la excepción. El predominio de métodos de entrenamiento lo mismo que de entrenadores radicalmente tradicionales dispuestos más para la brega defensiva que para la aventura productiva, es quizás la explicación más convincente de la baja cantidad de jugadores de alto rendimiento y del precario fervor con el que regularmente el juego lector se practica en nuestras escuelas de formación. La consigna de los estrategas apoyados por el régimen, parece ser fortalecer la retaguardia para no sentir, o la vergüenza del vencido, o los riesgos del triunfo. Ante todo pareciera que el objetivo es no perder, así el cotejo quede diezmado por la liviandad, por la pasividad y por la monotonía. El propósito de los entrenadores de moda, antes que jugar bien, es jugar; así el juego se desarrolle tan sólo en los niveles más bajos.

Ahora bien, las diferencias particulares en el estilo y rendimiento de Talina, de Tomás y de Tina - motivo de las siguientes líneas- son promovidas por la misma fuente: la presión que desde las divisiones inferiores ejercen los entrenadores para que el jugador no adquiera sino destrezas superficiales y atomizadas. Así que cuando un jugador adulto es invitado -y a veces obligado - a jugar, está casi que irremediablemente sentenciado a la frustración por la derrota.

La lectura es una actividad intelectual sobre la cual descansan en buena medida las posibilidades de crecimiento personal y colectivo de las sociedades denominadas civilizadas. Su ejercicio supone la activación de unos procesos y de unas habilidades de distinto rango y cualidad: socioafectivas, cognoscitivas y comunicativas. Las primeras tienen que ver con las motivaciones previas del lector (Quintanal, 1996; Solé, 1992); las segundas con los repertorios mentales indispensables para un desempeño ganancioso (Brown, 1980; Bauman, 1990; Moreno, 1994; Colomer, 1993; Jolibert, 1995) y, por último, las terceras se refieren a las competencias lingüísticas e interactivas implicadas en el acto lector, entre ellas, el dominio del código especifico en el que está cifrado el texto, lo mismo que la habilidad para confrontarse con el interlocutor (escritor) en un” combate”permanente con el ánimo de conocer no sólo el peso de sus planteamientos sino la naturaleza íntima de sus intenciones. Obviando por ahora la polémica acerca de sí en la lectura son identificables habilidades menores o de sí, por el contrario, se trata de un proceso global, (1) asumiremos desde ahora una postura intermedia (denominada en su momento: Modelo de procesos y habilidades (Moreno, 1993). En el marco de tal modelo explicativo de corte modular e interactivo (de Vega, 1990), tanto la lectura como el lenguaje que la posibilita, dependen de cuatro procesos centrales, cada uno de los cuales sostiene un ramillete de habilidades específicas. Esos procesos puestos en su probable orden de aparición, desarrollo y complejidad, son: Análisis y síntesis; paso del significante al significado y al sentido; espacio interior e inferencia. El proceso de análisis y síntesis tendría el encargo de velar por los aspectos formales: percepción, identificación, reconocimiento, combinación, estructuración, etc. El proceso de paso al significado asigna preliminarmente contenido a las formas que van forjándose en el apartado anterior. Aquí, los significados son todavía bastante elementales, literales e inmóviles. Encontrar significados lexicales, identificar micro y macro proposiciones, así como también detectar anomalías de la coherencia interna del texto son acciones lectoras realizadas con la vigilancia celosa de este proceso. Unicamente en el módulo de espacio interior, el significado adquieren una mayor versatilidad. La reversibilidad significativa (textos cuyos significantes y significados pueden recorrerse en múltiples direcciones) es la cualidad principal de este proceso. Por último, el proceso inferencial, superior o productivo, bajo cuyo dominio el ser humano ejecuta las tareas intelectuales más agudas y brillantes, sería el responsable de la última puntada, de la lectura divergente; ello es, de la lectura conversatoria, inferencial y crítica. La conexión del texto con su contexto de producción y de lectura y la posibilidad de anticipar y de concluir un texto valorando lógicamente sus indicios, son las funciones más llamativas de este módulo cognoscitivo.

La meta en la lectura sería, sin duda, avanzar con prontitud y certeza hacia este último instante de construcción creativa de sentidos; meta que lamentablemente es alcanzada tan solo por una elite privilegiada, quienes de alguna manera consiguen hacerle el quite a las limitaciones de una cultura inmediatista en la que leer no pasa de ser una tarea auditivo-vocal y en la que la pedagogía asume como bandera despojar a la letra de sus connotaciones emotivas e inteligentes.

En resumen, pueden distinguirse tres niveles sucesivos de rendimiento lector: Básico, medio y superior, caracterizados cada uno por la mediación de unas operaciones mentales específicas, así:
SUPERIOR
* Transferencia
*Contextualización*Inferencia lógica *Hipotetización

MEDIO
* Relaciones internas y externas
* Conservación de significados
* Organización serial

BÁSICO * Reversión
* Clasificación
* Representación
* Asemejación
* Diferenciación
* Síntesis
* Análisis (separación)
* Retención
* Identificación. Percepción



LOS JUGADORES Y SUS ENTRENAMIENTOS
Un primer análisis de los participantes en el juego lector nos advierte que existen tres tipos distintos, aunque complementarios, de jugadores: los bajos o defensivos, los mediocampistas o significativos y los superiores o atacantes (Ver gráfico 2). En su orden, tales jugadores están representados en Talina, Tomás y Tina, cuyo estilo de juego se reseña enseguida.

Para iniciar, debe decirse que Talina es una oficial de la palabra, una militante dedicada de las letras que encara el juego con rigor. Del estudio de sus movimientos en la cancha se concluye que es altamente competente en lo que a armar y a desarmar se trata. De igual manera, no es menos hábil para las jugadas básicas de identificar, asociar, combinar y recombinar los movimientos del rival. Aunque es, como nadie, capaz de reconocer por sus rasgos externos los aspectos distintivos de las letras a pesar de sus aderezos distractores, su talento es demasiado inmediato, su poder no rebasa el umbral de las formas aparentes. Sus dotes son, en este sentido, impresionantes pero elementales. Su capacidad para “hablar en la cancha”, para sonorizar el juego con elegante ritmo y cadencias bien cuidadas no alcanzan a ponerla a salvo de la incomprensión ni del fracaso. Sin duda, se trata de una jugadora típicamente defensiva cuyo estilo la hace extremadamente vulnerable a desgarres musculares, a pérdidas de voz y a cansancio cordal. Al concentrarse obsesivamente en la zona más superficial del campo y en las jugadas más elementales del juego, pierde de vista el sabor del contenido.

Para Talina, las letras son formas algo insustanciales: la eme con la i, la pe con la a se asocian seguramente por la simple necesidad de no quedarse solas, de manera que la diferencia entre mapa y capa no va más allá de la “c” la misma “c” de: Cuando Carlota casualmente comía conscientemente carne con ciertos compañeros cornudos, Carlos, casi cónyuge, cabalgaba cerca con cabeza caliente con Camila, cazadora, casada, comprometida con Cesar Cancino. Carlota, Carlos, Camila, Cesar, cansados cancelan ciertos “conciertos”. Claman curiosas caricias; cuentan cuantos calmantes, cicatrices, condones...

La forma lorificada de jugar de Talina ha sido promovida con fervor por su entrenadora, una especialista bastante conservadora, formada en las escuelas más clásicas, aquellas que situaban en el desarrollo de destrezas particulares, la estrategia fundamental del juego. Una óptima preparación física parece ser el objetivo principal de cada entrenamiento suyo. El aprendizaje motor, es para ella, el motor del juego.

Analicemos, como testimonio, la siguiente sesión de práctica:

- Talina, concéntrate, respira profundo y repite con firmeza y claridad-- recomienda con aire ceremonial y un tanto militarista, la maestra Cleofe. Tres mugres gringos de alto grado, gritaron graciosamente a Graciela: Samper carece de gracia y de grandeza. Es hombre gris, grueso -con sobrada grasa- grosero, graduado en la granja agropecuaria llamada granada; es un gran gruñón quien agravó todo agrietando el magro presupuesto nacional.

- Separa las palabras, haz la pausa, observa que cada una tiene sus límites, todas presentan marcas diferentes en el cuerpo. Fíjate en GRACIELA tiene una forma esbelta, longilínea por momentos sin que se encuentre desprovista de curvaturas eróticas y seductoras. Su cuerpo se mueve en tres espacios: uno alto en el que la “L” se levanta como una torre celosa de su territorio; uno medio, ombligal, en el que las vocales (a, i, e) tienen instalado su fortín y, finalmente, un espacio subterráneo en el que la “g”, sembrada estratégicamente le aporta a la palabra profundidad y estatura. Claro está que hay formas más voluptuosas. Tal es el caso de “gringa”, o de “nalga”, cuyas redondeces le colaboran positivamente a la imaginación; al contrario de titi, forma des-carnada y fría, más apropiada para las represiones de un batallón de eunucos que para las pasiones de un jugador letrado.

-Talina, ensaya de nuevo. Lee con alegría; vocaliza, vo-ca-li-za. ¡Vo--ca--li--za. ! ¡Cuidado con las pausas!. Esmérate en la voz.

Porque nos separa, mi novia, que llegó de Cali, hábilmente pensó cortar lo que más me gusta: el teléfono.

-No., Así no. Ese es otro texto, lo has revuelto todo. Violaste los límites de las palabras. Ahora se nos viene encima la censura:

“¿Por qué no se para? Mi novia que llego de Cali. Hábil, mente pensó cortarlo. ¿Qué me gusta más? : El teléfono.

Escucha, parar y separar son dos acciones distintas aunque en ocasiones están bien conectadas. Segundo, yo solo tengo una novia (por eso debes leer: “mi novia, que llegó de Cali”,...). Tercero, ni es una mente hábil, ni pensó cortarlo, en ese caso quedaría mejor decir vilmente y no hábilmente. Haz irrespetado las señales de tránsito del texto. Debes aprenderlo: el punto es determinante, es autoritario, te obliga a descansar. Si es seguido, el reposo es momentáneo es como parar el trote para beber un sorbo de agua. Si el punto es aparte, en la pausa podrás tomarte el vaso entero. El punto ayuda para que no se confunda lo inconfundible.

El punto aparte es como el recreo en el colegio o el descanso antes del segundo tiempo del partido, es un reposo necesario para recargar las energías lo mismo que para reajustar las estrategias. Cuando el punto se encuentra al final del juego, el receso será mayor y más propicio para acumular nuevos deseos con destino a juegos posteriores. La coma, por su parte, a pesar de la fragilidad de su aspecto, tiene funciones importantes: es la cuota de suspiro. Sin ella, el juego sería un ejercicio logorréico desgastante; es útil para exhibir los quiebres de la voz; es un pretexto para la voluptuosidad y un aderezo prosódico para afinar los ritmos. La coma es ese instante de espera que sucede cuando el balón sale del campo: corto para repararnos del cansancio pero suficiente para reanimarnos la carrera. El punto y coma, signo caído en desgracia últimamente, tiene una personalidad ambigua, es como el color amarillo del semáforo en donde la quietud y el acelere procuran conciliar sus diferencias, se parece mucho a las personas sin criterio definido, listas siempre a aceptar, según la conveniencia, la palabra del otro como válida. Con él se suspende momentáneamente el juego, representa una pérdida deliberada de tiempo, útil para reorientar los movimientos.

Para abreviar, los entrenamientos de TALINA están sobrecargados de exigencias físicas. Su objetivo no es atravesar el campo para avasallar al enemigo, es tan sólo cohesionar la resistencia para evitar que el contrario avance. Con reconocer desde afuera y desde lejos las voces enemigas la entrenadora se contenta. Para ella la marca “a presión”, hombre a hombre, letra a letra, es la fórmula más práctica aunque en ocasiones tal disposición táctica no le alcance ni para prevenir empates ni autogoles. A propósito de la entrenadora hay que decir que fue formada en los conceptos tácticos que hicieron (a mitad de siglo) de este juego un ejercicio, mezquino en emociones, aversivo y sobre todo vacío. Sólo tangencialmente sus esfuerzos tienen algún significado. Talina es, en consecuencia, una jugadora tipo B: Bajita, bien blanda, bobaliconamente balbuceante.

Incluir aquí gráfico 2
Tomás, por su parte, es un jugador de medio campo. Las habilidades que demuestra en la competición, sobrepasan de lejos las de Talina. Para Tomás, el juego es necesariamente un pasatiempo con - sentido. Su atención está puesta fundamentalmente en reconocer “las ideas” escondidas en cada giro, en cada finta del contrario. Es el jugador del equilibrio, su juego es sustancialmente mejor en tejido y coherencia. El pase corto en cualquier dirección, es su mecanismo de hilván más socorrido.

El estilo de Tomás es entonces, significativo, aunque debe reconocerse que es poco efectivo y algo estático; sus jugadas son fácilmente previsibles; en tal sentido, su éxito se circunscribe a la zona mental del medio juego, de ahí en adelante su falta de sorpresa, y su ingenuidad para esquivar las trampas y las genialidades del rival, le restan contundencia. Su habilidad para buscar y encontrar espacios significativos en la cancha, desentona con su dificultad para construirlos, es frágil para pensar en opciones no evidentes; medroso un tanto para agregarle al partido nuevos contenidos.

Su forma de juego ha sido forjada a partir de estrategias no solo musculares. Sus toques” reflejan una disposición psicológica importante y son el efecto de un entrenamiento más enfático en tácticas conceptuales. A pesar de que sus disparos terminan frecuentemente en la barrera debido a la imperfección de sus desplazamientos mentales, de sus pases al vacío (en espacio interior), Tomás es un profesional con rendimiento muy superior al promedio. En un país de lectores defensivos su desempeño no deja de ser envidiado.

Para conocer más acerca de sus atributos, acompañémoslo a uno de sus calentamientos semanales orientado por su director técnico, un experto graduado en la escuela norteamericana que a mediados del presente siglo reinventó las modalidades del juego dotándolas de mayor dinamismo y profundidad.

- Tomás, lee despacio y en silencio para no desperdiciar energía. En el juego, el silencio es provechoso; el sonido te aminora la atención y con ello las ideas se te ocultan. Así que olvida el ropaje de las letras; mejor que eso, obsesiónate por el contenido del balón, por los misterios que almacena.

La selección colombiana de fútbol, que es un equipo suficientemente desgastado resultó menos inefectiva que su similar de Argentina, conjunto éste que a su vez es menos efectivo que Paraguay, cuadro que cuenta con un guardavallas tan experimentado como “bocón”.

Tomás, tómate tu tiempo. Separa las ideas; mira los matorrales pero sin perder de vista la totalidad de la selva. Descubre así los sin - sentidos. Que no te desanime la obligación de correr, recorrer y descorrer el terreno repetidamente. No te detengas en las palabras, definitivamente porque son, antes que ellas, las relaciones que mantienen entre sí, las que guardan los misterios que tú debes buscar. Buscar es la propuesta. Buscar es la estrategia. Busca la idea principal puesta artificiosamente en los rincones del campo. Busca los planteamientos de menor jerarquía. Busca los reportes principales de la estructura. Descubre rápidamente quién es y en dónde está el capitán; de quien provienen y a quienes se subordinan los demás. Analiza bien. Es allí, en la cancha y no fuera de ella en dónde están para ti, las respuestas que reclamas:

-Entre los equipos mencionados,
¿Cuál es el menos efectivo?
¿Cuál es el más efectivo?

Con el ejercicio anterior adquirirás elasticidad; tu cerebro quedará habilitado para empresas más arriesgadas como invertir, revertir, seriar, conservar, clasificar y transferir, jugadas de laboratorio imprescindibles dentro de cualquier avanzada comprensiva. Para complementar tu entrenamiento, preparado con la idea de aligerar tus recorridos mentales, ejecuta el siguiente ejercicio consistente en una serie de saltos “mortales” hacia delante y hacia atrás que deberás realizar sin abrir los ojos y sin que puedas moverte del banquillo. Atención, salta a la cancha:

Él, no pudo creerlo en ese momento. Acababa de verla allí en el bar, muy achacada, algo sucia y como siempre vacía. ¿Qué le había ocurrido? ¿ Por qué estaba así? Se preguntada Tito mientras el mesero y el administrador esperaban con la cuenta. No tengo un sólo peso - Dijo Tito - Mi billetera está desocupada tendré que pagársela otro día.

Párate en Él y brinca en la dirección más conveniente hasta encontrar a qué se refiere. Realiza lo mismo con LO; con LA; con ALLÍ; con LE. No te impacientes si alguna acrobacia resulta demasiado larga o si algún distractor te enlaberinta. Las anteriores son gambetas que harán de ti, un jugador más elegante, más seguro para deslizarte por el campo. En este juego, quien se declara torpe para saltos de este tipo, no tiene otro remedio que rendirse. En resumen, Tomás es un jugador tipo M: Mediano, más o menos mentalista, moderadamente mágico, mesurado.

Finalmente, de TINA hay que decir que su puesto es el ataque. Es, entre todos, la jugadora mejor escalafonada, la más profesional, cotizada y mundialista. Su estilo es sólido, predictivo y profundo. Para sus rivales, su juego es sucio e inclusive peligroso. De rivales tiene muchos: en los medios de comunicación, en donde son más aplaudidos los jugadores destructores, repetidores de jugadas repetidas; en la escuela, en donde su juego es percibido en extremo malintencionado quizás por la sobredosis de preguntas, malicia y picardía que contiene y en la familia, en donde con dificultad encuentra un espacio llano, para practicar. Lo cierto es que TINA es experta en disparar más allá de sus narices; es capaz de sobrepasar los límites del campo. Sus disparos son de largo aliento. Su juego es valorativo, es asociado, es un juego de intercambio, firme en la confrontación cuerpo a cuerpo y oportuno a la hora de aprovechar los espacios libres. Juega con talento en todos los lugares de la cancha con, o sin balón. El tiro libre e indirecto es su especialidad. Lo realiza con efectos personales y con curvas especiales.

Tina es una jugadora polifuncional, su saber no es de detalles o de habilidades segmentadas; su forma de jugar apunta más a lo global, sin que de ello se deduzca que desconoce las jugadas de sus colegas TALINA y TOMÁS. El juego de TINA es sorpresivo, no se detiene delante de imposibles. En lugar de ello, su táctica es jugar con la ilusión, con lo oculto, con la creación de lo apenas esbozado. Su fuerza constructiva puede deberse al vigor de sus múltiples inteligencias: a su inteligencia espacial que la dota de una gran “zancada” con la que puede pasar con naturalidad de un campo a otro, de una situación a otra, a su inteligencia lógica que la apoya en sus intentos de concluir las jugadas que otros han dejado en estado de pregunta; a su inteligencia narrativa fortín inexpugnable de la cohesión y fantasía de sus cabriolas; a su inteligencia emocional, punta de lanza de sus avances maliciosos. En conclusión, TINA es una jugadora tipo S, (superior, sobresaliente, superdotada, sigilosa, soberana, singular, siempre simbólica, sinceramente sorprendente). Sus puntajes en el gozómetro (instrumento válido, confiable, sensible y estandarizado creado para medir las ganas de jugar) son siempre elevados. De su directora técnica se conoce que tiene un espíritu aguerrido; que es aficionada a la zancada que anticipa, a la pirueta que sorprende y paraliza. La duda metódica y el interrogatorio persistente son sus dos armas favoritas, aprendidas en las recientemente fundadas escuelas psicológicas, lugar en el que la maniobra mejor entrenada es la de crear, transgrediendo si es que es necesario las fronteras de la cancha. La entrenadora de Talina le apuesta seriamente a la victoria; confía en que la fuerza de la astucia debilite los planes enemigos. Está convencida de que el magnetismo de la imaginación, atrae, doblegándolos, a los fantasmas del aburrimiento.

Sus prácticas de calentamiento transcurren como sigue:

TINA, luego de revisar el texto que te doy, danos una prueba de tus habilidades de cierre, regalándole las últimas tres líneas:

Definitivamente creo que es cierto lo que decía mi abuela. “No importa el color del gato, lo importante es que cace ratones”; por tal razón, si no puedo reemplazar la pluma que heredé de ella y que perdí en la despedida de soltera de mi suegra ______________________________________________________________________________________________________________________________________________

Y como veo que te sobran energías, descubre el misterio de las no palabras o de los conceptos extraños y artificiales que se esconden en el siguiente chisme:

Tú eres muy PACUTA. Juanita.
- CUTA es la alfombra que trajo mi papá, como la de los cuentos orientales - Dijo Juanita y salió PAPILI hacia la esquina. Allí, estaba PILI durante más de una hora pensando que ella es, en verdad muy PALUNA de todas las otras niñas, aunque Juanita protesta gritando que LUNA es lo que todo los días le inyecto a mi estilógrafo.

Para poder apuntalar tu poder inferencial completa el siguiente juego de palabras:

Y él, era poco serio porque ___________ _________ ____________

Si has pensado completar con “se reía estruendosamente”, o con “molestaba a todos”. o con “se divertía mucho”, debes, entonces, realizar un esfuerzo adicional. Las anteriores no son respuestas efectivas para el texto dado, a pesar de que guardan con él una relación significativa evidente. Analiza mejor los rasgos externos del terreno, dibuja su silueta:

Y
Él
era
poco
serio porque...
De esa forma podrás cerrarlo acertadamente:
y
Él
era
poco
serio
porque
siempre iracundo insultaba.....
Para que no quede duda de tu capacidad goleadora, encuentra en el siguiente texto y velozmente el chimpancé perdido:

Aquí terminó el entrenamiento de hoy. Si lo repites a diario, incluyendo otras jugadas similarmente espectaculares, como intentar descifrar el juego antes de empezar el partido, como someter al texto a un cuestionamiento despiadado, o como suspender el juego temporalmente para soñar con los finales menos esperados, seguirás siendo una jugadora de ataque incontrolable.
Aunque siga siendo una idea controvertible, hay no solamente en la teoría (Irwin, 1986) sino también en las prácticas diarias de enseñanza y de evaluación de la lectura, argumentos a favor de la existencia de distintos tipos de lectores y de diferentes niveles de desempeño lector originados por diversas causas: situacionales, experienciales, cognoscitivas, culturales y pedagógicas. En cuanto a estas últimas, es bueno acomodarles su cuota de responsabilidad ya que los métodos utilizados en la escuela para la enseñanza de la lectura, lejos de promover un desarrollo autónomo y pleno de la palabra escrita, lo que han hecho es rodearla de trabas desestimulantes. En sentido estricto, tales métodos no son sino el efecto de los modelos de explicación construidos por los teóricos desde distintas perspectivas conceptuales. Perspectivas que pueden agruparse en tres (Aulls, 1989): modelos de destrezas; modelos psicolingüísticos clásicos y modelos psicosociolinguisticos o discursivos. Los primeros, fundamentados principalmente desde la psicología conductista, son los que han influido mayormente la enseñanza de la lectura; la conciben como una suma de destrezas separadas, ordenadas invariablemente de lo simple a lo complejo y referidas casi que exclusivamente a la esfera sensoperceptual de lo significativamente literal. El uso desmesurado y acritico de este enfoque ocasionó, por una parte, una ritualización esquelética del acto de leer, y, por otra, la presunción infundada de que la significación o estaba por fuera de dicho acto o era de importancia reducida. El número elevado de lectores básicos o analfabetos funcionales (De Vega, 1990) es una consecuencia directa de la persistencia en los enfoques de destrezas llámense fonéticos, silábicos, lexicales, e, t, c. Los modelos psicolingüísticos iniciales (Goodman, 1980), tienen como premisa esencial que es en la búsqueda activa de significados y de sentidos en donde se ubica el centro de la práctica lectora. Los significados son aquí reconstruidos, buscados, mediante un proceso mental activo y complejo; finalmente, los modelos discursivos derivados de los anteriores (2) dirigen su atención principalmente a la interacción dinámica entre TEXTO-LECTOR - CONTEXTO (Adam y Collins, citados por Colomer, 1993; Alonso y Mateos, 1985; Solé, 1987; Irwin, 1986). La interacción, mejor llamada transacción - como lo propone Rosemblat, 1988- , es vista como un requisito para la obtención de comportamientos lectores eficientes y superiores; esta interacción no puede realizarse al margen de las inferencias lógicas, pragmáticas y causales que todo lector productivo hace como reflejo de su pensamiento divergente. El paso definitivo del texto al contexto, del lector pasivo y defensivo al lector con elevada cuota de creación, es el rasgo resaltante en los modelos discursivos.

EL CAMPO DE JUEGO

El terreno en el que cada jugador despliega lo mejor de sí, es un factor primordial para un juego de calidad. En ocasiones, las fracturas del campo, sus quiebres, sus excesivas sinuosidades y desorganizaciones, son obstáculos que limitan el ritmo del juego, minan la emoción y oscurecen su esencia significativa. Un campo en malas condiciones provoca lesiones, inclusive irreversibles, en los jugadores recién iniciados o mal preparados; suscita conflictos estériles y patrocina deserciones. Un terreno des-estructurado dificulta el “toque - toque”, imposibilita el pase profundo y anula el juego colectivo.

No sólo la estructura del campo de juego es una variable del triunfo en la lectura, también lo es sus dimensiones. Cuando la longitud del terreno sobrepasa las capacidades físicas y mentales que cada jugador tiene para recorrerlo, el desgano, la atrofia y las lesiones emocionales permanentes son las respuestas más probables. Es este un error frecuente de muchos entrenadores quienes queriendo obtener rendimientos con la mayor precocidad, cargan desproporcionadamente de volúmenes de trabajo a los jugadores principiantes. Otra acción equivocada es someter a los atletas escasamente preparados a jugar de visitantes, es decir, a actuar en canchas desconocidas. Oficiar de anfitrión es una condición para lograr altos rendimientos. El juego debe entonces realizarse en escenarios próximos al entorno del lector, a sus circunstancias vitales, a sus marcos de referencia, para poder pronosticar resultados favorables.

Como conclusión, hay que subrayar que la lectura es un juego completo en el que la preparación individual, las condiciones físicas del campo y la calidad del contrario, son los factores determinantes de su efectividad. Jugar bien es jugar con dinamismo en todos lo flancos (por la izquierda, por la derecha, atrás y adelante) como lo aconsejan los expertos (Fox, 1989) (3). Jugar bien es hacerlo divertidamente y sin prejuicios; es moverse en el campo con desenvoltura e intención goleadora. Jugar bien es sorprender sin dejarse sorprender. Debe aquí reconocerse una vez más y con cierta desilusión, que en nuestro país por falta de entrenadores y de entrenamientos mejor comprometidos con las tácticas más progresistas, son escasos los campeones. Así que nuestro estilo continúa siendo disgregado y defensivo.

Es urgente entonces, que los directivos nacionales, los rectores espirituales de este juego popular presionen a sus entrenadores para que incluyan en el juego estrategias más sólidas en lo interactivo, más versátiles en lo colectivo y más agresivas para el ataque. Es urgente también crear un clima social en donde el jugador, el juego y su aprendizaje, tengan opciones genuinas de crecimiento; en donde los argumentos no se resientan caprichosamente con la controversia; en donde buscar no tenga menos valor que encontrar; en donde el juego se promueva de una manera menos fortuita, intuitiva y axiomática; en donde se tolere la duda no como una tragedia sino como una virtud y en donde las verdades sean reales episodios de conquista y no concesiones cómodas y dadivosas. Tal es la ambientación necesaria para que en este y en todos lo juegos académicos opacados en su deleite, empecemos a sentirnos ganadores.

De cualquier forma, el juego lector ha sido y será por mucho tiempo capaz de sobrevivir al juego sucio de sus enemigos. Ha sido resistente a todas las miserias humanas y a todos los embates pedagógicos para desalentarlo. No obstante, es precisamente de este sector cultural - de la escuela y sus maestros - de donde están por venir las mejores jugadas para que algún día, en el país de nuestros nietos, la lectura sea un deporte grato y ganancioso para todos.

NOTAS
(1) La discusión acerca de sí la comprensión humana y específicamente la comprensión de los textos escritos, es el resultado de la acción de un grupo heterogéneo de habilidades susceptibles de ser escalonadas según su complejidad, o de sí, por el contrario, se debe a la activación de un proceso global e indivisible, parece, por lo menos en el discurso académico, resuelta a favor de la segunda opción. Sin embargo, ni en las prácticas pedagógicas ni en los desarrollos investigativos (Dubois, 1989b) la situación está definida. Comúnmente toda presentación de la comprensión lectora a partir de un abanico de habilidades, es castigada con el calificativo de tradicional y sentenciada instantáneamente al escarnio intelectual, mientras que, contrariamente, toda explicación global o unitaria es recibida sin la menor desconfianza. Sin duda, las dos alternativas pueden inducirnos a equívocos. Es igualmente erróneo, describir la complejidad del proceso comprensivo sobre la base de unas cuantas habilidades menores, como suponer que la inteligencia humana responde con un mecanismo general, abstracto, indiferenciado y gobernado por la ley del “todo o nada “ a todas las exigencias comprensivas. En este punto, parece todavía plausible la interpretación de la mente como un sistema de módulos relativamente autónomos pero intercomunicados (Fodor. 1988) .. Esta es la perspectiva dentro de la cual debe leerse el presente ensayo. Aquí se piensa que el acto lector es producido por un dispositivo mayor dominado por el lenguaje interior el cual, no obstante, realiza tareas selectivas bajo la supervisión de unos procesos o módulos particulares. Dependiendo del grado de desarrollo - o de cómo se activen en cada tarea de lectura - podrán distinguirse niveles diferenciales de desempeño lector, hecho que aunque incomoda a una franja importante de especialistas, ha podido verificarse en sujetos con lesiones cerebrales y con distintos trastornos neurodiscursivos (modelo de procesos y habilidades, MPH, Moreno, 1993).

(2). Los aquí denominados modelos psicosociolinguisticos o discursivos son aquellos que manteniendo el acento en la construcción de significados, interpretan el acto lector como una manifestación discursiva: enteramente intersubjetiva, cognoscitiva y emocional; en este sentido, constituyen con relación a los modelos de procesamiento de texto, un paso adelante.

(3). Neurolinguisticamente, jugar en toda la cancha, a propósito de la lectura, significa como lo sugiere Fox, (1989), utilizar el cerebro en toda su dimensión: el hemisferio izquierdo para procesar lingüísticamente y en detalle la información textual, y el hemisferio derecho para tramitar los aspectos comprensivos más globales contextuales e interpretativos.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ALONSO, J, y MATEOS, M, (1985). Comprensión lectora: modelos, entrenamiento y evaluación. En: Infancia y Aprendizaje, Madrid, pp31-32.

AULLS, M, (1989). Relación de la lectura con otras artes del lenguaje: necesidad de explicaciones razonadas. En: Lectura y vida, Buenos Aires, marzo, 1989, pp5-12.

BRANSFORD, J, D, y, M, K, JHONSON. (1990). Consideraciones sobre algunos problemas de la comprensión. En: F, Valle y otros(eds). Lecturas en psicolinguística, V1, Madrid, Alianza. , Pp 229-264.

BAUMAN, A, L. (1990). La comprensión lectora, Madrid, Aprendizaje, Visor.

BROWN, A, L, (1980). Metacognitive development and reading. En: Spiro, r, j, y otros. Theoretical issues in reading comprehension. New Jersey, Lawrence Erlbaum. Associates publishers.

COLOMER, T, (1993). La enseñanza de la lectura. El estado de la cuestión. En: Cuadernos de
Pedagogía, 216. julio-Agosto.

DE VEGA, M, (1990). Lectura y comprensión. Una perspectiva cognoscitiva, Madrid, Alianza.

DUBOIS, M, E, (1989a). Las teorías sobre lectura y la educación superior. En: Lectura y vida, Buenos Aires, septiembre, 1989,pp 5-7.

-------------------- (1989b). Algunos interrogantes sobre comprensión de la lectura. Material mimeografiado.

FOX, P, (1989). La lectura como función del cerebro en totalidad. En: Lectura y vida. Buenos Aires.

IRWIN, (1986). Teaching reading comprehension processes. New yersey, Prentice Hall

JOLIBERT, J, (1995). formar niños productores de texto. Santiago de Chile, Dolmen estudio.

MORENO, J, (1993). Modelos explicativos de la lectura. Bogotá, Signum.

QUINTANAL, D, J, (1993). Problemática de la motivación lectora. En: Lectura y vida. Buenos Aires, junio, 1993, pp, 21-27.

ROSEMBLAT, L, M, (1988). Writing and reading: The transactional reading. Tecnical Report, # 416, New York University.

SANFORD, A, J y GARROD, S, C, (1990). Papel del conocimiento previo en las explicaciones psicológicas de la comprensión de textos. En: F, Valle, Lecturas en psicolinguística, V1. Madrid, Alianza, pp 265-280.

SEQUEIDA, J, SEYMOUR, G, (1995). El razonamiento estratégico como factor de desarrollo de la expresión escrita y de la comprensión de lectura. En: Lectura y vida. Año 16.
SOLÉ, I, (1993). Lectura y estrategias de aprendizaje. En: Cuadernos de pedagogía. , 216, Madrid
[1] Formas de organización de los jugadores en la cancha que en el fútbol actual son usadas con intención defensiva. Significa, Para el primer caso, ubicar cinco jugadores en la zaga, cuatro en el sector del medio campo y uno solamente en el ataque.

1 comentario:

  1. QUE PORCENTAJE DE LECTORES, ESTAN EN LOS DIFERENTE NIVELES DE RENDIMIENTO, SUPERIOR, MEDIO Y BASICO?

    QUE DEBERIA DE CAMBIAR, LOS ENTRENADORES O EL SISTEMA DE ENTRENAMIENTO?

    ResponderEliminar

Nos interesa lo que piensas...Apreciamos tus opiniones y conceptos. Cuéntanos!