lunes, 9 de noviembre de 2009

La escritura: breve cronología de una pasión


La escritura: breve cronología de una pasión

Jairo Aníbal Moreno

Escribir es uno de esos tantos goces de la inteligencia humana apaciguados en la escuela. Precisamente allí, su magia es derribada por la avalancha de tareas insulsas propuestas con el fin tirano de domesticar la mano, esclavizar los sueños y disecar la mente.

Ésta, el motor de la inteligencia y el aprendizaje, queda casi siempre irremediablemente atrapada en los escombros de tantos palitos y bolitas; queda encarcelada y sin destino cierto entre las enormes barricadas construidas con “Mamá amasa la masa” con “la mula asoma en la loma” y con la infaltable “ Susy asea la mesa.”

Casi veinte años más tarde, aquí, en los últimos peldaños de la vida universitaria, en el momento en el que creímos haber conquistado para siempre los máximos honores de la práctica escritora ( quizás por el hecho heroico, de haber sobrevivido a tantas faenas desgastantes) descubrimos que la lista de proyectos infantiles fracasados, está encabezada por el más añejo, el más querido pero también el más reprimido de todos: aprender a escribir, ello es, aprender a tejer, a llenar de movimiento, de gracia, audacia y emoción, el puñado de grafemas atrapados en nuestro código alfabético.

El peso de esta ausencia en no pocas ocasiones nos derriba: entonces, escondemos la mano, congelamos las ideas y sepultamos la ilusión.

Corresponde entonces ahora, superar con la decisión de soldado a punto de morir, esa manquedad para nada cervantina ganada tras las paredes de la vieja escuela. Sólo así podremos descifrar por fin y ojalá que para siempre los misterios que hacen de la palabra escrita, el instrumento más fino de la seducción