martes, 23 de junio de 2009

EL LENGUAJE INTERIOR EN EL ÀMBITO DE LA ENSEÑANZA Y EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS COMUNICATIVAS

Jairo Aníbal Moreno C[2]

"El lenguaje es una cosa muy pobre. Se llenan los pulmones de aire, vibra una pequeña hendidura en la garganta, se hacen gestos con la boca y eso estremece el aire, hace vibrar, a su vez, un par de membranitas en la cabeza... Y el cerebro capta toscamente el mensaje. ! Cuántos circunloquios y qué pérdida de tiempo!.
( Du Murier )

En los últimos diez años, debido a presiones de distinta índole y provenientes de diversas fuentes ( internas e internacionales) sociales, políticas, económicas y científicas, tanto las políticas como las prácticas pedagógicas locales han reformulado su horizonte, sus accionar y sus metas. Hoy se exige a la escuela promover antes que todo “La abstracción, el pensamiento sistémico, la experimentación, la comprensión crítica, el sentido común y la resolución de problemas”. (Niño Diez, 1998)[3].

En otras palabras, se propone a las instituciones educativas la misión innegociable de formar a los futuros ciudadanos para que “... sean aprendices más flexibles, eficaces y autónomos, dotándolos de capacidades de aprendizaje y no sólo de conocimientos específicos”. ( Monereo, 1999)

. Este desafío de formar mentes críticas, seres humanos habilitados para la duda, la novedad, la controversia y la producción requiere, en principio, de la puesta en escena de nuevas opciones de ejercicio docente.
Nuevas opciones edificadas sobre categorías aún no exploradas con suficiencia en la ciencia contemporánea. Tal es el caso del LENGUAJE INTERIOR. Este concepto, escasamente estimado por las ciencias del lenguaje, es el eje de los procesos cognoscitivos humanos. De su activación en escenarios sociales de interacción, de su aplicación racional y creativa en los distintos escenarios de aprendizaje escolar, dependerán la consistencia y contundencia de lo que hoy podríamos denominar macrocopentencias comunicativas. Es éste, Planteamiento fundamental de este artículo.

¿ Qué es y cómo está estructurado el lenguaje interior? ¿ En qué circunstancias y etapas se desarrolla? ¿Cuáles son tanto sus funciones como sus implicaciones intelectuales y pedagógicas? Los anteriores son los interrogantes que conforman su esencia temática.

Para iniciar, digamos que proviene de la neurología incipiente del siglo diecinueve y más precisamente de la patología neurolinguística
[4](Azcoaga, 1980) la idea de que además de la expresión lingüística externa, audible y efectivamente comunicada[5] existe en cada persona una expresión interna y silenciosa, el lenguaje interior cuya alteración o bajo desarrollo ocasionarían distintas deficiencias intelectuales y - por supuesto – complicaciones en los procesos de aprendizajes. La anterior es la idea que recogen, fundamentan, detallan y replantean en el siglo veinte Vigotski y su discípulo Luria.

Es Vigotski, el célebre ruso – abogado, profesor de literatura - instalado en la historia científica universal por sus contribuciones al campo de la psicología humana, quien señaló las primeras evidencias acerca de que el lenguaje es un asunto social doblemente estructurado, multideterminado, y responsable de la totalidad de la vida conciente. Para él, el lenguaje, más allá de lo que señalaba Du Murier, es un fenómeno complejo de naturaleza social y mental porque constituye primero el reflejo y el producto de los diversos intercambios comunicativos que cada sujeto mantiene durante la vida como testigo y como actor y porque luego es, en su presentación interior, la expresión abstracta, simbólica e intelectual de dichos intercambios.

La tesis fundamental de Vigotski es que el lenguaje desplegado, expresado en comunicación social, deriva en un lenguaje cada vez más abreviado, silente y mental. Este proceso de interiorización, según pudo verificarlo Luria, consume aproximadamente los primeros cuatro años y medio de vida del individuo ( Luria, 2000)

¿Qué es?

Converso con el hombre que siempre va conmigo A. Machado

Antes de revisar los pormenores de este proceso, afirmemos entonces, que el lenguaje interior es un complejo de operaciones y esquemas verbales que desde la interioridad del sujeto dirigen no sólo su actividad verbal externa sino también la totalidad de sus acciones voluntarias (motoras, intelectuales, sensoriales). Tal actividad de regulación y monitoreo de la acción voluntaria humana se realiza con dos propósitos: uno, garantizar el inicio fluido del acto voluntario, y otro, regular el cierre oportuno y efectivo del mismo.


Tiene su origen el lenguaje interior, en el interjuego social que el niño desde su nacimiento y durante sus primeros años de existencia realiza con su entorno, incorporando progresivamente las formas comunicativas del medio con las cuales resolverá en lo sucesivo un gran número, si no todos, los problemas inteligentes que se le presenten en posteriores etapas de su desarrollo। El lenguaje interior no está dirigido a un interlocutor real, por esa circunstancia sus enunciados admiten “ mucho más que el lenguaje exterior, los saltos bruscos, las divagaciones y las repeticiones” (Siguan, 1986).


Tales esquemas u órdenes mentales tienen una estructura sintáctica abrevada y fuertemente predicativa. Así, si en la comunicación desplegada los enunciados siguen generalmente la fórmula CONSTRUCCIÓN NOMINAL + CONSTRUCCIÓN VERBAL, (tópico más comentario, onómato más rema), por ejemplo,

los candidatos presentarán sus propuestas.
Ese decreto desmejora la calidad educativa.
Nosotros, los maestros, somos licenciados pero no estamos


En el lenguaje interior, la fórmula de los enunciados emitidos para sí se reduce a la información exclusivamente nueva, predicativa o verbal: presentarán sus propuestas; desmejora la calidad educativa; somos licenciados pero no estamos. Lo anterior debido a que en este caso, al coincidir locutor y receptor existen una información vieja y un contexto plenamente compartidos.
Cerebralmente es el hemisferio izquierdo y específicamente las zonas frontales ( prefontales y premotoras, o de Broca ) el espacio cortical responsable del funcionamiento del lenguaje interior. Tal y como pudimos certificarlo hace una década (Moreno, 1994), lesiones traumáticas o accidentes cerebro vasculares en este sitio ocasionaban con significativa frecuencia o pérdida considerable de actos voluntarios o deterioros sintácticos de importancia (enunciados telegráficos y tendencia a la abrevia o expresión hegemónica de sustantivos)[6]

¿ Cómo se desarrolla?

Este lenguaje se interioriza en un proceso sistemático que discurre generalmente por las seis etapas siguientes: 1) Respuesta refleja del niño a las exigencias del entorno. Aquí no hay relación entre los actos del infante y actos del lenguaje; 2) privilegio del rostro y la voz humana como agentes de la acción del niño. En este instante, se inicia la aproximación, lenguaje - acción 3) control por parte del lenguaje adulto de las acciones del niño, el adulto dice y el niño hace; 4) aparición de la propia palabra que primero acompaña a la acción y después la precede sonoramente. El niño dice y hace 5) acción del niño dirigida por su palabra susurrada y 6) acción del niño dirigida por su palabra interiorizada ( Luria, 2000). Este proceso de interiorización de los asuntos significativos del lenguaje otorga al niño la capacidad liberadora – cada día más contundente – de regular sus comportamientos.

El niño al nacer se relaciona con el entorno de manera notoriamente rígida; sus respuestas a las presiones del entorno al ser profundamente reflejas no son planeadas ni selectivas: el niño no escoge lo que ve, lo que chupa o lo que toca.. Pronto el recién nacido privilegiará entre el cúmulo de estímulos que lo afectan un estímulo particular que por su novedad y recurrencia se torna llamativo. Éste es la palabra del adulto con todos sus componentes paraverbales ( entonación, timbre, acento, intensidad) y no verbales ( posturas, maneras, gestos, miradas). La palabra del otro empezará a constituirse en un motor de sus acciones, en un mecanismo que las dispara.

Al comienzo del segundo año de vida, el reconocimiento del valor “motivador” de la palabra propia, marcará la llegada de un nuevo momento de desarrollo, el que podríamos llamar de “ Diciendo y haciendo”. Progresivamente el pequeño otorgará a su palabra
[7] un papel, cada día más fuerte de direccionador de la acción Sus verbalizaciones empezarán a producirse en relación y simultáneamente con las acciones que emprenda y luego pasarán de ser simples ruidos acompañantes de la acción a constituirse en la voz de mando principal, el motor de la actividad realizada.

En este instante, el proceso de interiorización de la palabra propia, desplegada y sonora, entrará en su fase definitiva, paulatinamente se irá tornando, susurrada amorfa y breve, hasta convertirse en manifestación absolutamente mental. En así como las acciones voluntarias del niño estarán motivadas por órdenes verbales inaudibles.

Sólo cuando las acciones que emprenda sobrepasen sus posibilidades de ejecución, el pequeño intentará apoyarse en su palabra susurrada o efectivamente pronunciada. El retorno a la palabra sonora como organizadora de la acción ocurre de la misma forma en el adulto. Ante tareas complicadas el sujeto tenderá a buscar apoyos sensoriales( repetir, contar con los dedos, dibujar la situación).
[8]

¿ Cómo Funciona?

¿Para qué sirve el lenguaje interior? ¿Cómo funciona y participa en las actividades diarias? Acerca de los anteriores interrogantes el neuropsicólogo Luria ( 2000) identificó las dos funciones esenciales ya bosquejadas: La reguladora de la actividad voluntaria y la predicativa o estructurante. Cada una de las tres funciones señaladas, referidas al desarrollo y funcionamiento del hemisferio cerebral izquierdo,[9] tendrían misiones especializadas próximas a la caracterización que enseguida se realiza.

Como se ha venido repitiendo, la primera de ellas se encarga de la programación afectiva y biológica para la comunicación y para cualquier acción en general; es la que decide cuándo y hasta cuando se inicia y se mantiene una actividad. Respecto de la actividad comunicativa, la función reguladora del lenguaje interior, tomaría a su cargo la iniciativa para emprender, mantener y cerrar episodios de interacción Su alteración o bajo desarrollo produce entonces carencia o disminución de la iniciativa para introducir, mantener, cambiar tópicos conversacionales. El sujeto se muestra exageradamente repetitivo y dependiente de la palabra del otro con notable tendencia a la imitación vacía de gestos y palabras (ecopráxias, ecolalias), con perseveraciones de movimientos impertinentes.

En 1992 sugerimos a un grupo de personas adultas alfabetizadas con trastornos neurodiscursivos escribir un texto acerca de los siguientes temas: “ la experiencia de mi vida” y “ Mi país en veinte años”. Después de alguna insistencia y de reiteradas motivaciones y aclaraciones, se produjeron textos como los siguientes que testimonian gran fragilidad en la función reguladora del lenguaje interior.

La autora del texto 1 leyó el título que la fonoaudióloga le había escrito como estímulo en la hoja. Luego de varios minutos escribió una página a manera de plana reproduciendo muchas veces la frase proporcionada. El autor del texto 2 no se atrevía a escribir. Preguntó a la investigadora qué escribía. Ella le contestó que imaginara cómo estaría el país dentro de diez años si mal o bien. El autor escribió esta última palabra en varios renglones. Cuando se cansó continuó llenando la hoja de comillas.

La función reguladora activa la infraestructura consciente humana, colocando en situación de alerta y concordancia el equipo neurológico y el mental. Un daño o deterioro de esta función privaría al sujeto de tomar iniciativas motrices por carencia de las ordenes respectivas, por ejemplo, habría incapacidad de abrir una puerta, alcanzar una fruta, colocarse un saco, escribir una carta, levantar la mano e, t, c. no por dificultades motoras sino por inexistencia de instrucciones verbales propias, interiorizadas o desplegadas.[10] Su papel consistiría entonces en activar todo el engranaje para un adecuado funcionamiento de la “máquina simbólica”. Está dentro de su fuero controlar el inicio y el final de las accione.

La segunda función denominada predicativa opera dándole a la actividad cohesión, es decir, integración, sensibilidad sintáctica, sentimiento de totalidad. Es la responsable de que a las estructuras enunciativas no le falten ni le sobren partes. Se responsabiliza igualmente de la concordancia o armonía entre los distintos componentes textuales; de ella depende el grado de complejidad organizacional de los discursos. Un menoscabo o ausencia de esta función elimina de los enunciados los elementos más sensibles. De acuerdo con la magnitud del conflicto van desapareciendo en su orden: a) conectores superiores ( en consecuencia, por lo tanto); b) conectores subordinantes ( porque, mientras, cuando, para que, donde, que); c) conectores coordinantes ( sino, pero, y, o); d) preposiciones; e) artículos, f) pronombres demostrativos, pronombres personales, adverbios adjetivos y verbos.

Su trabajo sería esencialmente activo y sintético. Estaría soportando toda actividad humana de armado y desarmado de partes (Análisis y síntesis). La alteración de esta función estructurante produciría desintegración del acto comunicativo. Dibujos atomizados (de elementos sueltos) juegos con manipulación no relacionada de objetos, dificultad para armar rompecabezas, imposibilidad de integrar en un todo las partes de una figura, palabra o texto, serían manifestaciones evidentes de la precariedad del sentimiento de totalidad, derivado de esta función.

A estas dos funciones, hemos agregado una nueva, ( Moreno, 1993) la semántica o ideativa, cuyo entorno de actuación sería la comprensión compleja, el tratamiento semántico - discursivo de las acciones emprendidas y de los contenidos comunicados. Esta tercera función tendría bajo su mira el procesamiento general de significados complejos;
[11] su movilización mental; la actividad comprensiva superior, las prácticas argumentativas, coherentes e inferenciales. Un bajo nivel de funcionamiento de ella, ocasionado por circunstancias sociales, psicológicas o bioneurológicos atenuaría las competencias y los desempeños comprensivos, preferentemente los denominados complejos como la comprensión de textos con negaciones múltiples ( No te prohíbo que no seas despreocupada); con inversiones semánticas en los que el orden del enunciado es distinto del orden real de las acciones ( Antes de tocar las llaves con el lápiz menos corto, toca el lápiz menos largo con las llaves); con subordinaciones encadenadas ( Cuando levante la mano para coger el libro que está sobre la mesa que tiene un pata partida, toca el timbre que está a la derecha).

¿ Cuáles son las implicaciones y aplicaciones a la pedagogía de la lengua materna?

Siguiendo a Fodor ( 1983) podríamos decir que las funciones del lenguaje interior se organizan alrededor de módulos cognoscitivos complementarios e interdependientes que nosotros nos atrevemos a llamar y describir como: Análisis y síntesis en el que se estructuran los significantes; significación o paso del significante significado, en donde aquellos significantes se dotan de contenido; relación o desplazamiento en espacio interior, módulo en el que los significados se flexibilizan, se desplazan, se conectan y, finalmente, el módulo que podríamos llamar de contextualización e inferencia en el que los significados se conectan de manera versátil con sus contextos de producción.

Cada uno de esos módulos o procesos centrales tendría bajo su control un manojo de competencias lingüísticas, cognoscitivas y comunicativas de nivel textual, intertextual y contextual (cohesión, coherencia, efectividad, impacto) responsabilizadas finalmente de los desempeños comunicativos específicos.

Por otra parte, de los cuatro módulos propuestos, tres tienen la función del procesamiento de los contenidos (y están supervisados por un comando especializado que se puede llamar macroproposicional) mientras que uno, el inicial, organiza las formas estando dirigido por otro comando superestructural. Tanto los módulos como los comandos superiores son coordinados por las tres funciones del lenguaje: reguladora, estructural e ideativa.
Del comando general, en donde se coordinan todas las actividades del lenguaje ( nivel del lenguaje interior) podría decirse que es un dispositivo capsular (De Vega, 1990) permanente y dialécticamente conectado con los escenarios sociales. Producto de esos diálogos con el contexto externo se conforman los marcos de valores, ideologías y significaciones, dentro de los cuales se situarán para su comprensión cada una de las actividades intelectuales y comunicativas. Ese marco interpretativo sería equivalente a los ‘Frames” o “esquemas”, sugeridos por la psicología cognoscitiva (Valle Arroyo, 1991) como el telón de fondo dentro del cual el lector u oyente sitúa el discurso para ser valorado contextual y críticamente.

Queda claro por todo lo que hasta aquí se ha formulado que el cumplimiento de la misión fundamental de la escuela señalada al comienzo del artículo ( promover pensamiento sistémico, crítico, autogestor e integral) pasa por el lenguaje interior. También está condicionada al lenguaje interior la tarea principal del docente de lengua materna como es el desarrollo de los procesos, las habilidades, las competencias y los desempeños de producción e interpretación de textos.

Precisamente estos desempeños, según reportan las periódicas evaluaciones oficiales realizadas por la UNESCO, las Secretarías de Educación, y las instituciones escolares mismas, se encuentran preocupantemente deprimidas en nuestras poblaciones escolares. Son reiteradas las quejas de los agentes educativos acerca del bajo nivel comprensivo y escritural de los estudiantes de todos los niveles y en todas las esferas del conocimiento. Escasa posibilidad para conectar los segmentos de un texto; Bajo nivel argumental, dificultad para relacionar textos; conflictos para producir un texto con unidad de sentido, líos para insertar un texto en su contexto de producción; frágil uso creativo de los recursos léxicos, tendencia al estereotipo. Asuntos comunicativos conectados directamente con las funciones del lenguaje interior.

Sobra decir entonces que la estimulación, suficiente, creativa y oportuna de tales funciones es un factor de cualificación comunicativa en la escuela. Lugar en donde los asuntos mencionados tienen – hay que decirlo - una atención no especializada. Las prácticas escolares están, como señala Fox ( 1989)
[12]pensadas de manera segada para avanzar las competencias referidas a un solo hemisferio cerebral (el izquierdo). Hay un descuido generalizado por el desarrollo de las competencias relacionadas con la actividad de otras zonas cerebrales como el cerebro derecho, zona en la que se organizan, tal y como proponen cada día con más insistencia los especialistas en el tema del procesamiento neurológico de la información, actividades intelectuales y discursivas de primer orden.
Puede decirse que La pedagogía tradicional, acentuadamente verbal, detallista, memorística, fragmentada y descontextualizada no apunta al fortalecimiento del lenguaje interior y está exclusivamente propuesta desde el cerebro izquierdo। Aquí tienen alguna importancia las competencias verbales analíticas que si bien no presentan un desarrollado impresionante en nuestros escolares, sí son las más atendidas por la escuela convencional. Por su parte, se le asigna al hemisferio derecho, el trabajo sintético, intuitivo, creativo, espacial y no verbal
[13], trabajo excluido de las prácticas pedagógicas.

En resumen, son tres, las operaciones cognoscitivas producidas por la dinámica del lenguaje interior: significación, relación e inferencia productiva. Son estas operaciones las que están presentes en todo acto inteligente de enseñanza, de lectura, de pensamiento, de discurso y de aprendizaje. La estimulación de estas operaciones, realizada en alguna medida por la espontaneidad de los contactos humanos, es una responsabilidad ineludible de la escuela que aspira a desarrollar en sus usuarios competencias fundamentales para la vida social exitosa.

En cuanto a la significatividad - y para conectar esta operación venida del lenguaje interior con la esfera pedagógica- se acepta que una ambición de las actuales tendencias pedagógicas es que todo aprendizaje tenga para el aprendiz un significado profundo y personal. Comprender el dato, más allá de poderlo repetir insustancialmente, es un ideal perseguido por las estrategias de enseñanza vigentes. En este sentido, el verdadero aprendizaje es, en principio, contenido más que forma; argumentación coherente y consistente más que repetición insípida. Simbolismo y representación mental antes que reproducción Sensorial.

La relacionalidad es el segundo indicador de competencias, aprendizajes y enseñanzas de alto nivel. Tiene que ver con las siguientes instancias intelectuales: con el pensamiento sistémico, es decir, con la posibilidad del sujeto para percibir de los distintos fenómenos sus relaciones más allá de sus partes constituyentes; su estructura total más allá de sus átomos particulares. La relacionalidad tiene que ver igualmente con las habilidades intertextuales y con la calidad intersubjetiva de los procesos pedagógicos. Si el pensamiento sistémico hace referencia a las posibilidades del maestro y del aprendiz de percibir los objetos de conocimiento como totalidades altamente organizadas y jerarquizadas, las habilidades intertextuales se refieren a la capacidad para presentar y recibir un dato, una teoría, un texto, en relación con otro dato, otra teoría, otro texto. En la medida en que un maestro y un aprendiz consigan que los distintos dominios del conocimiento sean procesados no como textos aislados sino como componentes de un tejido mayor, en esa misma medida el aprendizaje y la enseñanza serán actos intelectualmente verdaderos.

La productividad Implica una permanente acción constructiva, un constante planteo de problemas y de hipótesis de solución, una continua actividad deductiva, una actitud decidida de búsqueda, una aptitud inferencial bien sólida. La enseñanza productiva, o superior, fija su objetivo en la resolución de problemas concretos. Es el tránsito de la teoría a la práctica; es el paso del texto al contexto. Es este el punto en el que los aprendizajes por situarse en el marco de las necesidades inmediatas muestran su real utilidad, su máximo nivel, su grado más elevado de sentido. Es este el tipo de enseñanza de mayor exigencia; también es la más rentable. Por un lado exige un apoyo lógico y discursivo notorio y por otro, reclama explicar los contenidos del conocimiento con herramientas conceptuales preferiblemente transdisciplinares o lo que es lo mismo acudiendo a condominios teóricos complejos en los que distintas disciplinas se amalgaman a propósito de un problema particular.

Significatividad, relacionabilidad y productividad, son los rasgos fundamentales del lenguaje interior, del pensamiento, de la enseñanza y del aprendizaje. Cada uno de esos rasgos define un nivel de procesamiento de la información. El primer nivel, de significatividad, sustentado por los módulos de análisis y síntesis y paso del significado al sentido, suscita tan sólo aprendizajes vacíos profundamente formalistas en su asimilación, con un apego sustancial por lo significante o cara externa y contingente del conocimiento. El nivel medio se caracteriza por dos operaciones mentales ya descritas: la significatividad y la relacionabilidad. Le apuesta a las prácticas intertextuales e intersubjetivas. Por su parte, el tercero o superior, al que cualquier modelo pedagógico aspiraría como meta suprema, está vinculado con los procesos cognoscitivos de mayor poder y cobertura: la deducción, la inferencia discursiva, el dominio proposicional, la resolución contextualizada de conflictos y la construcción creativa de preguntas y respuestas válidas.

Para terminar digamos que del desarrollo del lenguaje interior en todas sus funciones, módulos, competencias y comandos depende finalmente el éxito de toda empresa pedagógica que no es otro que Formar seres humanos bien habilitados para pensar, óptimamente dispuestos para aprender, verdaderamente opcionados para crecer y realmente capaces de insertarse de manera productiva y feliz en su grupo social.


BIBLIOGRAFÍA

BOADA, Humbert ( 1996) El desarrollo de la comunicación en el niño। Anthropos, Madrid.
DE VEGA, Manuel ( 1990). Lectura y comprensión. Alianza, Madrid.
FOX, P (1989). La lectura como función del cerebro en su totalidad, En: Revista Lectura y vida, Buenos Aires.
GÓMEZ, H (1998). Educación. La agenda del siglo XXI. Hacia un desarrollo humano, Tercer mundo Editores, Pnud, Santafé de Bogotá
LURIA, Alexander ( 2000) Conciencia y lenguaje, Visor, Madrid.
MANNING, L. (1992. Introducción a la neuropsicología clásica y cognitiva del lenguaje. Teoría, evaluación y rehabilitación de la afasia, Madrid. Trotta.
MITJÁNS, MARTÍNEZ, A (1995). Creatividad, Personalidad y Educación. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, Cuba.
MORENO, J. (1993). Una neurolingüística discursiva. En: memorias del congreso internacional del lenguaje y la comunicación humana, Bogotá. Colciencias. IMPI.
MORENO, J. (1994). Pensamiento, lenguaje, comunicación, Bogotá. SIGNUM.
-----------------------(1998). La Escuela nos hace tan pequeños que no nos cabe la menor duda. En: Revista Papeles, No 3, Universidad Antonio Nariño, Bogotá.
NIÑO, DIEZ, J(1998). Hacia un sistema nacional de formación de educadores. Serie documentos especiales, Ministerio de Educación nacional, Bogotá.
POZO, J (1999). El aprendizaje estratégico. Aula XXI, Santillana, Madrid.
SIGUAN, M. (1987). Actualidad de Lev. Vigotski, Barcelona. Anthropos. Editorial del hombre.
UNESCO (1996) Informe de la comisión Delors: La educación encierra un tesoro, Madrid, Aula XXI, Santillana, 1997.
VALLE ARROYO f. ( 1991) lecturas de psicolinguística, Morata, Madrid.
VASCO, Carlos (1996). “Las exigencias de la sociedad a la institución educativa”. Revista Arte y Conocimiento, Serie Memorias de eventos científicos, volumen 2, Iberoamericana, Santafé de Bogotá.

NOTAS:
[1] Esta primera parte es una versión ajustada del artículo que con el mismo título fue publicado por la revista Interacción, Universidad Libre, Bogotá, 2003. De igual manera, comprime la esencia temática de la conferencia “Del logo del mono al monologo interior” presentada en la Universidad Distrital, Semana del lenguaje y la comunicación, 2007. La segunda parte (encargada de la propuesta pedagógica para el desarrollo de las competencias comunicativas) se encuentra en proceso de afinamiento metodológico y contextualización escolar.
[2] Licenciado en Lingüística y Literatura, psicólogo. Docente Universidad Distrital. Universidad Antonio Nariño.
[3][3] NIÑO, DIEZ, J (1998). Hacia un sistema nacional de formación de educadores. Serie documentos especiales, Ministerio de Educación Nacional, Santafé de Bogotá.
[4] Bouillaud, en 1825, a propósito del estudio de las alteraciones del lenguaje ocasionadas por lesiones cerebrales, señaló la existencia de un “ lenguaje interior” opuesto al “ lenguaje exterior”
[5] O desplegada, como prefiere denominarla Luria. Ver del autor las conferencias v y vi del libro, Conciencia y lenguaje, Visor, Madrid, 1995. Si se acepta la dicotomía: lenguaje interiorizado, lenguaje desplegado como las dos formas de existencia de un lenguaje general, las palabras efectivamente producidas corresponderían al campo de la lengua y el habla, mientras que la organización mental de ellas, su planeamiento interno y simbólico serían acciones propias de su lenguaje.
[6] Llama la atención el hecho de que el lenguaje interior, esencialmente verbo, acción, movimiento, se procese necrológicamente en los mismos espacios que hacen posible la marcha. Tal coexistencia espacial, sería la responsable de algunas explicaciones del habla: “HABLAR ES COMUNICAR A DISTANCIA”, proponía Anzieu (1994), subrayando la importancia que para el habla tienen los desplazamientos o movimientos tanto afectivos como físicos que el infante realiza separándose de la madre.
[7] Esto cuando el niño está accediendo al código verbal dominante de su entorno. Cuando la carencia de retroalimentación auditiva, por ejemplo, obstaculiza la verbalización y el niño utiliza el gesto como su código original y materno, éste – el gesto – asumirá las funciones que aquí se definan para la palabra.
[8] Al respecto, la reacción inicial de un grupo de universitarios a quienes se les dio una orden semánticamente compleja ( Dibujen un árbol que no sea menos pequeña que una flor) fue de repetir varias veces la instrucción, preguntar reiteradamente al compañero y luego interrogarse a sí mismos por su significación. De todas maneras, tales apoyos sensoriales fueron ineficientes: la mayoría dibujó un árbol más grande que una flor.
[10] Indudablemente el sujeto realizaría las acciones enunciadas cuando es motivado por ordenes externas ( madre, enfermera...)
[11] Las denominadas por Luria: “ formas complejas de alocución” Entre ellas: las negaciones múltiples, las expresiones comparativas y las inversiones semánticas.
[12] Ver, Fox, Patricia. La lectura como función del cerebro en su totalidad. En: Lectura y vida, Buenos Aires, 1989.
[13] Aunque tal distribución de actividades intelectuales tiene reparos de manera que debe asumirse con alguna reserva, en lo general sigue siendo válida y pedagógicamente útil.

domingo, 21 de junio de 2009

Para que ensayes

Jairo Aníbal Moreno Castro (1)

"Los autores se comunican con el mundo en extrañas y peculiares formas; yo soy el primero en hacerlo con todo mi ser, como Miguel de Montaigne, no como gramático o como poeta, o como jurisconsulto".
Montaigne


El presente artículo, además de discutir los límites e indefiniciones del concepto ensayo, ofrece recomendaciones técnicas para la elaboración de lo que podemos llamar ensayo académico. Recorre ejemplificadamente y con suficiente detalle, las cuatro instancias propuestas como los procesos psicolingüísticos y operativos básicos para la producción de un texto cohesionado, coherente, consistente y- esperamos que - exitoso. Tales instancias son: la planeación, la ejecución, la texturización o maquillaje y la edición. El trabajo plantea que más allá de la inspiración y del talento personal del ensayista – cuyo valor es indudable – El impacto comunicativo de éste género escritural tiene también que ver con variables de pensamiento y lenguaje (forma, contenido y función) de precisa y fácil determinación y observancia.

“ Para el ensayista nato, el ensayo es una forma de pensar; para el filósofo nato, el ensayo es una forma ocasional de exponer lo ya pensado con distinto artificio”( Nicol, citado por Gómez Martínez, 1992); para el académico es el mejor instrumento para circular sus planteamientos en la órbita – a veces estrecha - de sus interlocutores; para el estudiante, el ensayo es una tarea generalmente rutinaria, tediosa e incomprensible, propuesta por sus maestros (con escasa o ninguna instrucción previa) con distintos propósitos : escrutar sus apropiaciones conceptuales, valorar el estado de sus competencias escriturales o simplemente mantenerlo intelectualmente ocupado.

Por su parte, para los especialistas, el ensayo (" Intentiva, acción de pesar, examen”) es un tipo particular de texto escrito, de linderos ambiguos y tejido complejo, en cuya comarca se inscriben frecuentemente productos literarios exiliados de otros géneros. Sus orígenes se fechan en 1589 (Vélez, 2000) y se asocian con Montaigne de quien se conoce que inventó el término y publicó en el año referido una serie de textos disímiles en su contenido titulados Essais. Igualmente el Ensayo está relacionado con Bacón quien en 1597, publica sus primeros textos en este formato literario. Por otro lado, el término "ensayo" comenzó a usarse en lengua española durante el siglo XIX, imitando la voz inglesa, (Gómez Martínez, 1992) como designación de un género literario de contornos particulares.

Con antecedentes tan lejanos como los diálogos de Platón, el término rapidamente hizo carrera cabalgando entre lo filosófico y lo literario. Del primer campo recogió su esencia reflexiva; del segundo, su acento personal, la versatilidad de su estructura y el tono – en ocasiones – lírico de su discurso. Así las cosas, y en principio, podemos definir EL ENSAYO, como un tipo especifico de texto en el que la reflexibilidad en el planteamiento conceptual, la profundidad y agudeza en el planteamiento temático; la subjetividad en el tono particular con el que el plan argumental se gesta y desarrolla; la flexibilidad, consistencia, y coherencia en la organización interna y, finalmente, el revestimiento estético, original, efectista, creativo,
[2] del código verbal, son las marcas fundamentales.
A pesar de la aparente simpleza y conformidad tanto con el pensamiento académico como con los manuales escriturales clásicos, los rasgos enunciados en el párrafo anterior como característicos del Ensayo no están exentos de controversia. No obstante, como no es el propósito esencial de este trabajo alimentar el debate acerca de su esencia, sino más bien proporcionar herramientas técnicas para la elaboración académica de ensayos exitosos, pasaremos de largo[3].
Queda entonces como planteamiento fundamental la siguiente apreciación: el ensayo es inicialmente una manifestación de la inteligencia humana y, por lo tanto, son sus atributos indiscutibles la fuerza de su estructura argumental y significativa, la profundidad intelectual en su elaboración, la originalidad, creatividad y versatilidad de su escritura lo mismo que el uso sensible del discurso, su poder de encantamiento y manipulación.
Por encima de su “sabor” literario, de su textura simbólica, de sus tropos y sobrecodificaciones, El ensayo, por lo menos el académico, el escrito por los maestros, el elaborado por los estudiantes en contextos de aprendizaje formal, es irremediablemente un producto lingüístico con ciertas – aunque en ocasiones no muy evidentes- pretensiones y efectos estéticos. En esa medida es enseñable.

Acerca de la esteticidad del ensayo, ello es, de su literaturiedad daremos por sentado que “ Los recursos estéticos no son privilegio de un tipo de discurso en particular... ( y que ) sólo podemos observar grados de esteticidad, pretensiones artísticas desde el autor y el lector”
[4], de manera que como producto discursivo el Ensayo tendría ya por derecho propio su cuota de esteticidad reconocida. Los señalados serían entonces los aspectos más sólidos de este género discursivo. Situando la enseñabilidad del ensayo precisamente en su sustrato lingüístico, es válido afirmar que su Preparación, ejecución, revisión y edición eficientes deben realizarse con los siguientes ingredientes mínimos:

E Paciencia y entusiasmo para planear y luego escribir, re-escribir y maquillar varios, a veces demasiados, borradores.
E Algo de Sensibilidad para darle un toque de creatividad, fluidez y sorpresa al texto.
E Lectura detallada y crítica de distintos documentos y planteamientos acerca del tema seleccionado.
E Determinación precisa del, o de los, planteamientos fundamentales que se quieren expresar.
E Elaboración de un esquema general en el que se encuentren jerarquizados los argumentos principales y secundarios
.
AQUÍ VIENE ENTONCES LA RECETA
Como ha quedado formulado, producir un ensayo es un proceso mental, linguístico y comunicativo realizado en cuatro fases o momentos principales: la planeación, la realización, el maquillaje o revisión y la edición.[5] ( Casany, 1998; Cuervo, 1994) Siendo la planeación el momento de mayor importancia por garantizarle precozmente al texto coherencia, consistencia, pertinencia y equilibrio argumental.

ETAPAS DEL PROCESO ESCRITURAL
A PLANEAR
En lo referente a este primer instante de la escritura, ten en cuenta las siguientes sugerencias:
ã Para iniciar, selecciona un tema del que tengas no sólo conocimiento previo, sino una gran proximidad afectiva. Si escribes acerca de lo que conoces, te interesa, y te con-mueve, el texto producido tendrá mejores opciones de ser fundamentado, fluido, crítico, sensible y agradable. Procura escoger del tema seleccionado un aspecto particular, cuya novedad sea un atractivo para tus lectores.

ã A continuación y en lo posible, realiza un estudio detallado de las características intelectuales, sociales y emocionales de la persona o personas que serán los posibles destinatarios de tu ensayo. Mientras mejor conozcas a los lectores probables de tu escrito, con más facilidad conseguirás entusiasmarlos, convencerlos, atraparlos en y con tu escritura. Ésto, en razón a que escribir es, en esencia, una práctica de contacto social, un ejercicio de contacto humano, un combate en el que el triunfo finalmente depende en gran medida de que hayas calibrado con alguna precisión la talla de tu contrincante.

ã Define claramente cuáles serán la o las tesis principales y el tono que le darás al ensayo. Clarificar y sostener la idea y el tono del escrito, son los requisitos mínimos para que logres un producto coherente. Recuerda que entenderemos por tesis ese planteamiento nuclear del texto (afirmativo, negativo o dubitativo) que motiva el desarrollo del escrito y sin el cual se tendría un cuerpo sin esqueleto que lo soporte. Se recomienda que la tesis sea de alguna manera controversial, que proponga desafío. Por ejemplo si el tema global del escrito es Las relaciones entre política y terrorismo en la sociedad del tercer milenio una posible tesis podría ser: La administración política de los principios neoliberales fortalecieron las manifestaciones terroristas en América Latina en el primer año del siglo veintiuno. El texto tendría entonces el compromiso de acopiar los argumentos necesarios que justifican la tesis propuesta.

ã Busca, lee y reseña la mayor información que puedas acerca del tema que te propones desarrollar. Clasifica la información que encuentres, según apoye o controvierta tu punto de vista. De acuerdo con las lecturas y averiguaciones que realices, Intenta dividir el tema en varios subtemas interesantes y pertinentes.

ã Selecciona de los documentos que leíste, (Libros, artículos, tesis de grado, conferencias) los apartes que consideres de mayor profundidad e impacto. Coloca enseguida tales apartes o citas en un sólo lugar para que después las puedas encontrar y utilizar con mayor facilidad.

ã Haz un listado de las ideas fundamentales que pretendes desarrollar en el trabajo. Luego a partir de esas ideas genera otras más particulares. Intenta luego agruparlas según su semejanza.

ã Dibuja a continuación un esquema, croquis o mapa conceptual en el que se presente gráficamente la organización secuencial de las ideas del ensayo. Tener a mano permanentemente este mapa, te ayudará a no recorrer un camino más de una vez; Será útil para juzgar permanentemente la coherencia, para escoger la manera en que pegarás las frases, conectores y las ideas. Atención, el mapa evitará que pierdas el horizonte del escrito. En este momento, recuerda que la estructura fundamental de los textos académicos, en todos los formatos, tiene una estructura general debe respetarse: Introducción: su función es doble. Por un lado, está encargada del enganche o seducción al lector y por otro, está destinada a presentar de una manera panorámica las ideas fundamentales del escrito. Desarrollo temático: dividido en temas y argumentos fundamentales, los que a su vez se desarrollan mediante temas y argumentos secundarios
Conclusiones: organizadas en lo posible de mayor a menor generalidad
Notas y referencias bibliográficas

Un mapa detallado es una garantía para la unidad de tu trabajo. Con el puedes juzgar panorámicamente la función que cada una de las partes de tu ensayo cumple con relación a la tesis y a la estructura general del mismo. Puedes asimismo percibir el texto en su totalidad, revisar su engranaje interno, prever las conexiones que utilizarás entre los distintos segmentos, anticipar el lugar y función de las citas que utilizarás para fortalecer la argumentación.

Tienes la opción de utilizar un diagrama clásico construido de izquierda a derecha y de arriba abajo, en el que se adviertan claramente la secuencia y profundidad – desarrollo hacia abajo - en el desarrollo de los temas. Observa tales características en el siguiente croquis. Corresponde a un ensayo acerca de la capacidad atrofiante de la escuela tradicional[6].
AHORA SÍ, EL PRIMER BORRADOR DE MI ENSAYO
Esta es la fase de la escritura propiamente dicha. Quizás la más rápida y simple del proceso. Sigue las observaciones siguientes:
ã Escribe el primer borrador de tu ensayo. Observa el esquema que realizaste antes y pásalo a palabras siguiéndolo ordenadamente.

ã Lee el borrador que hiciste. Revisa los aportes de los autores que consultaste y que clasificaste antes. Decide si alguna cita o pensamiento de los que anotaste te ayuda a fortalecer tus planteamientos. Si es así, utilízalos encadenándolos a tu pensamiento de la manera más natural. Es decir, sin que las palabras ajenas se sientan forzadas o impertinentes. Recuerda que la opinión de especialistas insertada con tino es una estrategia que le puede aumentar la credibilidad a tu ensayo; sin embargo, su uso desmesurado convierte el texto en una colección de ideas impersonales y distantes. El tono frío que entonces adquirirá tu escrito será un factor en contra de su éxito. Luego de realizar el paso anterior obtendrás un segundo borrador que pasarás enseguida al departamento de maquillaje

Procura que la introducción cumpla con sus dos funciones esenciales: enganchar afectivamente al lector y bosquejar tanto el asunto principal como el “tono” con el que vas a desarrollar el escrito. Hay distintas modalidades de introducir el texto. Puedes hacerlo a partir de una anécdota, de una cita, de un resumen del texto, de la presentación de la tesis.

Lee con atención las siguientes introducciones de los ensayos “ Sobre la vanidad de las palabras” de Montaigne y “ Mi modo de escribir” de Bertrand Russel.[7]

Un viejo retórico afirmaba que su oficio consistía en “ha­cer parecer de mayor tamaño las cosas pequeñas”, corno un zapatero que adaptase zapatos grandes para un pie minúscu­lo. En Esparta lo hubieran azotado por profesar arte tan falso y mentiroso. Creo que fue Arquídamo, rey de Esparta, quien recibió con pasmo la respuesta de Tucídides cuando le pre­guntaron si era él o Pericles el más fuerte en la lucha. «Eso se­ría difícil de probar —dijo Tucídides—, porque cuando yo lo hubiera derribado al suelo, él convencería a los espectadores de que no había caído, y ganaría». Quienes se ocupan de em­bellecer y maquillar a la mujer no hacen tanto mal, porque poco se pierde con que no la veamos como es; pero, en cam­bio, los retóricos no sólo quieren engañar nuestros ojos, sino nuestro juicio, pretendiendo envilecer y corromper la esen­cia de las cosas.

Está lejos de mis posibilidades saber cómo se debe escribiro lo que una buena crítica podría recomendar con el propósito de mejorar el estilo. Lo único que puedo hacer es dar algunos detalles referentes a mis intentos en este terreno.

Hasta los veintiún años quise escribir, más o menos como John Stuart Mill. Me gustaba la estructura de sus frases y su manera de desarrollar los temas. Sin embargo, tenía también otro ideal que se derivaba, supongo, de las matemáticas. Que­ría expresarlo todo en el menor número de palabras en que se pudiese decir con claridad. Quizá, pensaba, se debería imi­tar al Baedckcr, en lugar de otro modelo más literario. Gas­taba horas enteras en el intento de encontrar el modo más corto de expresar una idea sin ambigüedad, y estaba dispues­to a sacrificar dc buena gana, a este objetivo, las tentativas de conseguir cierta calidad estética.

EL MAQUILLAJE
La revisión del texto debe efectuarse en los tres niveles de todo evento discursivo: la forma, el contenido y el uso o función. Niveles que se detallan en la planilla de evaluación de desempeños escriturales que se presenta más abajo:
La forma hace referencia a los aspectos más externos y superficiales de la escritura, entre otros, la corrección gramatical, la variedad de palabras que utilices, la puntuación, la estructura sintáctica de las frases y los párrafos (ideas fundantes al inicio, en el centro o al final, párrafos de secuencia, enumeración desarrollo conceptual, causa - efecto...) la ortografía, la disposición espacial del texto ( distribución de las palabras en la hoja), la fluidez, las marcas paratextuales ( negillas, subrayados, tipos de letra) la conexión de los distintos apartados textuales.

El contenido, por su parte tiene que ver con las ideas expuestas en el ensayo, con la suficiencia y pertinencia de los argumentos, con su profundidad, con la unidad temática, consistencia, transparencia, precisión, oportunidad, elaboración personal, logicidad y coherencia.

El nivel de uso o funcional del texto tiene que ver con las variables contextuales del mismo: adecuación del escrito a las circunstancias ideológicas, éticas y conceptuales de tus lectores; Selección de los recursos léxicos y estilísticos apropiados, creatividad no sólo en el uso de las palabras sino en el aprovechamiento de los recursos discursivos (ironía, sarcasmo...) que determinan el ritmo y la fuerza expresiva del texto. Tiene que ver asimismo, con la agudeza y contundencia con que se exprese el punto de vista del escritor, con la manera de relacionar los asuntos temáticos del ensayo con otros asuntos.

MATRIZ INICIAL PARA VALORAR TEXTO ESCRITO
Fluidez
Pertinencia argumental
Impacto global
Marcas paratextuales
Solidez argumental
Ritmo escritural
Organización espacial
Unidad temática
Adecuación de implícitos
Variedad estructural
Claridad
Creatividad textual
Diversidad lexical
Elaboración ideas
Acentos paraverbales
Uso de Conectores (B, M, S)
Precisión
Adecuaciones contextuales
Ortografía
Profundidad
Fuerza expresiva
Gramaticalidad
Documentación
Intertextualidad
Presentación
Secuencia significativa
Punto de vista

ã Empieza el maquillaje por el contenido. Revisa detenidamente. que no tenga contradicciones, es decir, que una parte del texto no exprese injustificadamente una idea que esté negada o expresada con alguna salvedad en otro momento del ensayo. Revisa, igualmente, que el escrito exponga con precisión tus planteamientos, que no tenga expresiones ambiguas o con significaciones contrarias o diferentes de las que quieres exponer. Valora la profundidad de tu escrito: decide si es más o menos elemental de lo que deseas; si está conectado interdisciplinariamente con otros temas.

ã Fíjate bien en la coherencia o secuencia de las ideas. Revisa si el orden en el que ellas están enunciadas es el más lógico y conveniente. Analiza si la introducción, el planteamiento y desarrollo de las ideas y la conclusión, tienen un encadenamiento adecuado. Ahora es el momento para que evalúes la claridad de tu ensayo: colócate en la posición del lector y decide si lo leído es precisamente lo que quisiste escribir.

ã Somete a prueba los argumentos que has utilizado para soportar tu pensamiento. Define si ellos son realmente consistentes; si están formulados en el momento y con el vigor adecuados.

ã Inicia Ahora el maquillaje formal. Ésta no es la arista más importante de tu ensayo. No es un aspecto significativo en sí mismo pero sí es un factor que incide de alguna manera en el efecto final de tu texto; en la forma como terminará impactando al lector. Así que es conveniente que ahora elimines o sustituyas las palabras repetidas que le quiten ritmo a tu ensayo, que amenacen la fluidez del mismo. Convéncete de haber conectado exitosamente las palabras, las oraciones y los párrafos ( la ausencia de conectores mayores como en consecuencia, en conclusión, por lo tanto, así que, no obstante, desde luego, de igual manera, igualmente, después de todo lo anterior, finalmente, es decir.. puede dar la impresión de que el texto está peligrosamente fragmentado).

A propósito de lo anterior, es conveniente también analizar los excesos y los defectos de las conexiones sintácticas, especialmente de las llamadas subordinaciones. La falta de elementos subordinados, no sólo dificulta la lectura sino que le da al texto un “sabor” demasiado elemental, restándole generalmente efecto al ensayo. Lo mismo sucede con la exageraciones de conectores o expresiones subordinadas: obstaculiza el flujo de la lectura y le otorga al escrito una textura demasiado compleja y por ello difícilmente inteligible. Por ejemplo,

El presidente que elegimos para que buscara la paz, porque estamos cansados de tanta guerra que nos destroza mientras otros tranquilos recaudan los beneficios del terror, fracasó en su intento ya que no consiguió que los violentos silenciaran sus odios para que pudiéramos vivir en paz, sino que logró todo lo contrario.Es un párrafo con una cuota elevada de conectores subordinados ( porque, mientras, para que, que) hecho éste que complica su comprensión efectiva. Por el contrario,Todos elegimos al presidente. Él estaba comprometido con la búsqueda de la paz. Fracasó en su objetivo. No consiguió la paz. La guerra se recrudeció.

Es un párrafo que si bien gana en claridad, podría parece bastante desconectado, telegráfico y quizás lento.

Ten presente que los conectores son medios lingüísticos para expresar relaciones conceptuales. Cada conector es la manifestación de una relación precisa ( de explicación o aclaración, causalidad, restricción semántica, consecuencia, cierre, ordenamiento, contraste, , e,t,c.)
ELLO ES,
EXPLICACIÓN
ES DECIR,
ESTO ES,
EN ESTE SENTIDO,
DICHO DE OTRA MANERA,
LO QUE EQUIVALE A
DE IGUAL MANERA,
ADICIÓN DE NUEVOS ELEMENTOS EN EL DISCURSO
POR OTRO LADO,
ASI MISMO,
DE IGUAL MODO,
ADEMÁS DE LO ANTERIOR,
IGUALMENTE,
DE OTRA FORMA,
DE MANERA QUE,
CAUSALIDAD.
ENLAZAN CAUSAS CON EFECTOS
DADO QUE
PORQUE
YA QUE
EN VIRTUD DE,
PUESTO QUE,
NO OBSTANTE,
RESTRICCIÓN SEMÁNTICA
A PESAR DE TODO LO ANTERIOR,
SIN EMBARGO,
AUNQUE
EN PRIMER TÉRMINO,
ORDEDENAMIENTO
EN PRIMERA INSTANCIA,
EN PRIMER LUGAR,
FINALMENTE,
DESPUÉS DE LO ANTERIOR,
ENSEGUIDA
COMO RESULTADO DE,
CONSECUENCIA
COMO EFECTO DE LO ANTERIOR,
DE TAL MANERA QUE,
EN DEFINITIVA,
POR ESTA CIRCUNSTANCIA,
POR LO TANTO,
POR ESTA RAZÓN
POR CONSIGUIENTE
PARA TERMINAR,
CIERRE
EN CONCLUSIÓN,
DESPUÉS DE TODO LO EXPUESTO,
PARA CONCLUIR,
DE AHÍ QUE
A continuación, cambia las expresiones gramaticalmente incorrectas. Lee y aplica las recomendaciones de los académicos. Recuerda que no es permitido decir:
De acuerdo a tu forma de ser
Estoy seguro que mi jefe me estima
Le diré a mis padres que te casaste con otro
Tendré que seducir otra mujer.
Te lo explicaré a grosso modo.
Quiero estar cerca de ti.
Soy distinto a lo que piensas.
SINO
De acuerdo CON tu forma de ser
Estoy seguro DE que mi jefe me estima.
LeS diré a mis padres que te casaste con otros.
Tendré que seducir A otra mujer.
Te lo explicaré grosso modo.
Quiero estar cerca DE ti.
Soy distinto DE lo que piensas.

A propósito de la palabra SINO, es oportuno aclarar que no debe confundirse con la expresión SI NO. Sino es una conjunción que une elementos parecidos o semejantes ( Maqueo, 1996) de un mismo enunciado con el fin de anular una afirmación previamente anunciada, como en “ No leyó la novela de Cortazar Sino la de Roa Bastos” .” No le gusta el cine sino la rumba” “ No es un maestro tradicional, sino uno irreverente y desafiante”.

Por su parte Si no, es una expresión compuesta de un condicional y una negación, como en: “ Si no acaba con la corrupción, el presidente perderá favorabilidad entre sus copartidarios.” O en “ si no entrena con dedicación, la selección Colombia no clasificará al próximo mundial”. De igual manera, otras expresiones frecuentes en el uso cotidiano que es oportuno evitar en un escrito académico, se registran a continuación:
Procura no decir ni escribir
Es mejor que utilices
al final
por fin
a lo que
cuando
alguien de nosotros
alguno de nosotros
al objeto de
con objeto de
a lo que veo
por lo que veo
al punto de
hasta el punto de
al rededor
alrededor
a menos de que
a menos que
amenudo
a menudo
Odiaba a muerte
Odiaba de muerte
Ante ayer
Anteayer
Año a año
De año en año
A penas
Apenas
Apesar que
A pesar de que
De a posta
Aposta
Apropósito
A propósito
A provecho de
En provecho de
A quema ropa
A quemarropa
Arriba de la mesa
Encima de la mesa
En favor
A favor
En frente tuyo
Enfrente de ti
El solo recurso
El único recurso
Tanto da amor que frío
Tanto da amor como frío

Sabor de guayaba
Sabor a guayaba
Ingresar a la universidad
Ingresar en la universidad
Cualquiera de los que venga
Cualesquiera que vengan
En razón a la
En razón de la
Deshauciado
Desahuciado
Hora a hora
Hora tras hora
En la tercer oportunidad
En la tercera oportunidad
Olor de gasolina
Olor a gasolina
Odiar a muerte
Odiar de muerte
Ocuparme de
Ocuparme en
Mucho gusto de verla
Mucho gusto en verla
Gozar de mala fama
Sufrir de mala fama
Hasta las cuatro puedo
Desde las cuatro puedo
Escapó a la justicia
Escapó de la justicia
En vía de solución
En vías de solución
En relación con
Con relación a
En lo absoluto
En absoluto
Diferente a
Diferente de

ã Aprovecha ahora para mejorar otro aspecto formal: la ortografía. Su uso inapropiado podría restarle fuerza y convicción al texto. En el mejor de los casos, los errores ortográficos le quitarán algo de credibilidad a tu trabajo.En este punto son tantas las correcciones que tal vez hayas realizado que es conveniente escribir o imprimir un nuevo borrador. Utilízalo para efectuar el último maquillaje del texto.

ã Enseguida empezaremos a analizar el impacto o nivel funcional de tu escrito। Determina si las palabras que has utilizado son las más sonoras, las más adecuadas al lector, las más ajustadas al contenido y al tono de tu ensayo. Haz lo mismo con las frases; revisa su estructura, piensa si hay en tu trabajo variedad de formas enunciativas. La diversidad sintáctica moderada de frases puede darle el toque de sorpresa y diferencia que tu ensayo necesita. La insistencia de oraciones ordenadas convencionalmente del tipo:
Los escritores estuvieron en el congreso

Tradicionalmente organizadas según la secuencia: SUJETO – VERBO – PREDICADO, facilitan la lectura, mecanizan el proceso pero lentifican demasiado el texto aminorándole capacidad de sorpresa y seducción.

En ocasiones podría ser más efectiva la oración: En el congreso, estuvieron los escritores
Sobre todo cuando quieras enfatizar no en quienes estuvieron sino en el sitio.

ã De igual manera, decide si el tipo, la función y el tamaño de los párrafos que componen tu ensayo presentan variedad. Recuerda que existen distintas modalidades de construcción de párrafos:(de secuencia, de enumeración, de causa efecto, de desarrollo de un concepto, introductorios, de conclusión, de enlace, de transición...)

ã Valora si tu punto de vista, tus reflexiones personales, son suficientemente sólidas, críticas, actualizadas y novedosas.

Analiza si existen términos, referentes, hechos, argumentos inadecuadamente implícitos, es decir, que no se hayan formulado. Decide si tal ausencia le merma impacto a tu ejercicio.

Aquí es conveniente valorar la fuerza general del texto. La creatividad no sólo en sus planteamientos sino en los recursos para formularlos. Revisa si las palabras de otros autores que utilizaste para fortalecer tus planteamientos se encuentran debidamente referenciados. ( Autor, título del trabajo, editorial, ciudad, año, país).

Después de atender a las anteriores recomendaciones, decide el tipo de presentación de tu trabajo: tipos de letra, tamaños, encabezados, pie de páginas, ilustraciones, tabulaciones, e, t, c.

CASI LISTO PARA PUBLICAR

El fin de todo escrito es su edición, ello es, su publicación o entrega al lector final. Antes de que esto ocurra debes someter el texto al juicio de lectores de similares características a tus destinatarios. El concepto que ellos emitan acerca de sus cualidades argumentales, estéticas y comunicativas es importante para el último ajuste de tu trabajo.

Usa la rejilla propuesta para calibrar cada uno de los aspectos sugeridos. Si este examen te satisface no lo dudes entrégalo al destinatario, él se beneficiará sin duda de su calidad y tú habrás comprobado que escribir es una pasión no tan difícil y que vale la pena repetir. Si por el contrario piensas que el texto es menos consistente de lo que esperabas, repite el proceso y sigue disciplinadamente los siguientes 19 consejos, que sintetizan bien las recomendaciones dadas en el trayecto hasta aquí recorrido[8]

1. Lo primero es conocer vien la ortografia
2. Cuide la concordancia, el cual son necesaria para que ud. No caigan en aquellos errores.
3. Y nunca empiece por una conjunción.
4. Evite las repeticiones, evitando así repetir y repetir lo que ya ha repetido repetidamente.
5. Use; correctamente. Los signos: de, puntuación.
6. Trate de ser claro; no use hieráticos herméticos o errabundos gongorismos que puedan jibarizar las mejores ideas.
7. Imaginando, creando, planificando, un escritor no debe aparecer equivocándose, abusando de los gerundios.
8. Correcto para ser en la construcción, caer evite en transposiciones.
9. Tome el toro por las astas y no caiga en lugares comunes.
10. Si Ud parla y escribe en castellano, O.K.
11. ¡ Voto AL chápiro! ... creo a pies juntillas que deben evitarse las antiguallas.
12. Si algún lugar es inadecuado en la frase para poner colgado un verbo, el final de un párrafo lo es.
13. ¡Por amor del cielo! No abuse de las exclamaciones.
14. Pone cuidado en las conjugaciones cuando escribáis.
15. No utilice nunca doble negación.
16. Es importante usar los apostrofo’s correctamente.
17. Procurar nunca los infinitivos separar demasiado.
18. Relea siempre lo escrito, y vea si palabras.
19. Con respecto a frases fragmentadas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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CUERVO Clemencia. La escritura como proceso. INPI, Arte y Conocimiento, Bogotá, 1993.
DÍAZ, Álvaro. Aproximación al texto escrito. Universidad de Antioquia. MEDELLÍN, 1999.
EL MALPENSANTE. Lecturas paradójicas. Bogotá, No 41. Septiembre- octubre 2002.
FERRER, E. Teoría y enseñanza de la literatura. En: Revista Papeles, No 5, UAN, Bogotá, 2000.
Flower,L.S. y Hayes,J.R(1980). The dinamics of composing: making plans and jugglimg constraints. En L.H, Gregg &E.R.Steinberg (eds), 1980. Cognitive processes in writin. Hillsdale, N.J. : lawrence Earlbaum Associates, Inc.
GÓMÉZ, MARTÍNEZ, J. Teoría Del ensayo. UNAM, México, 1992.
IRIARTE, Fernando. Como escribir un ensayo. Ediciones Esquilo. Bogotá, 2001.
MAQUEO, Ana María. Redacción. Limusa, Noriega Editores, México, 1996.
MORENO, Jairo y VACA Bethy. Competencias y desempeños. Migema, Bogotá, 2001.
SERAFINI, María T. ¿Cómo se escribe? Instrumentos Paidós, Buenos Aires, 1999.
VÉLEZ, Jaime. El ensayo. Entre la aventura y el orden. Taurus, Pensamiento, Bogotá, 2000.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
Adorno, Walter. 1962. "El ensayo como forma". En: Notas de literatura, Ariel, Barcelona.
Arenas Cruz, María Elena. 1997. Hacia una teoría general del ensayo. Construcción del texto ensayístico. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca.
Barthes, Roland. 1974. Investigaciones retóricas I: La antigua retórica, Trad. Beatriz Dorriots. Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires.
Bousoño, Carlos. 1981. Epocas literarias y evolución; Edad Media, Romanticismo, Epoca Contemporánea. Gredos, Madrid, t. I.
Dijk, Teun A. van. 1987. "La pragmática de la comunicación literaria". En: Dijk, Teun A. van y otros: Pragmática de la comunicación literaria. Arcos/Libros, Madrid.
Ducrot, Oswald, Todorov, Tzvetan. 1974. Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Trad. de Enrique Pezzoni. Siglo XXI, Buenos Aires.
García Berrio, Antonio, Huerta Calvo, Javier. 1995. Los géneros literarios: sistema e historia (Una introducción). Cátedra, Madrid.
Genette, Gerard. 1988. "`Géneros', `tipos', `modos'". En: Garrido Gallardo, Miguel (comp.): Teoría de los géneros literarios. Arcos/Libros, Madrid.
——————. 1993. Ficción o dicción. Trad. de Carlos Manzano. Barcelona, Lumen.
Gómez Martínez, José Luis. 1981. Teoría del ensayo. Universidad de Salamanca, Salamanca.
Hernadi, Paul. 1978. Teoría de los géneros literarios. Antoni Bosch Editor, Barcelona.
Lázaro Carreter, Fernando. 1979. "Sobre el género literario". En: Estudios de poética. Taurus, Madrid.
Lukács, Georg. 1966. Estética, I. La peculiaridad de lo estético. Trad. Manuel Sacristán. Grijalbo, Barcelona.
——————. 1985. "Sobre la esencia y forma del ensayo (Carta a Leo Popper)". En: Lukács, Georg: Teoría de la novela. Trad. Manuel Sacristán. Grijalbo, México.
Núñez, Estuardo. 1965. "Proceso y teoría del ensayo". En: Revista Hispánica Moderna, a. XXXI, Nº 1-4, oct.
Rey de Guido, Clara. 1985. Contribuciones al estudio del ensayo en Hispanoamérica. Biblioteca de la Academia Nacional de Historia, Caracas.
Todorov, Tzvetan. 1972. "Los géneros literarios". En: Introducción a la literatura fantástica. Trad. de Silvia Delpy. Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires.
——————. 1996. Los géneros del discurso. Trad. Jorge Romero León. 1ª ed., Monte Avila Editores, Caracas.
Vitier, Medardo. 1945. Del ensayo americano, Fondo de Cultura Económica, México.

[1] Licenciado en Lingüística y Literatura. Psicólogo. Docente del Proyecto curricular “Licenciatura en Educación con énfasis en Educación especial” Universidad Pedagógica Nacional y de la “Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Humanidades y Lengua Castellana. Universidad DistritaL.
[2] Seducir con originalidad, imaginación, estética y en no pocas ocasiones con recursos irónicos y humorísticos es, según Iriarte (2001) la función y la manera de expresión del ensayo.
[3] De cualquier manera, como los elementos señalados son suficientemente universales como para permear con mayor o menor intensidad todo discurso humano, podemos evadir la discusión.
[4] c Ferrer, Enrique. Literatura y teoría literaria: el ser, como construcción simbólica. Revista Papeles # 4.UAN. Bogotá, 1999.
[5] Es una concepción del proceso escritural bien asentada en la academia desde las propuestas de la denominada escuela de Bristol ( Flower y Hayes,1980; Scardemalia y Bereiter, 1986; Collins y Gentner, 1980) Ver, Serafini, M. ¿Cómo se escribe?, Paidós, Buenos Aires, 1999.
[6] Busca otros ejemplos en Moreno Jairo y otros. Competencias y desempeños. Del lenguaje, el pensamiento y la comunicación Migema, Bogotá, 2001. De igual manera, consulta a Díaz A. Aproximación al texto escrito. Universidad de Antioquia, Medellín, 1999.
[7] Ensayos tomados de VÉLEZ, Jaime. El ensayo. Entre la aventura y el orden. Taurus, Pensamiento, Bogotá, 2000
[8] Tomados de El Malpensante. Lecturas paradójicas. Bogotá, No 41. Septiembre- octubre 2002.

sábado, 20 de junio de 2009

Educar para pensar; pensar para crear; crear para aprender y aprender para crecer.

JAIRO ANÍBAL MORENO CASTRO
El presente ensayo desarrolla separadamente pero con una lógica inclusiva, cuatro tesis semánticamente encadenadas: Para el presente - y con mayor razón para el futuro que parece haberles llegado ya - Las facultades de Educación tendrán que admitir que se educa para mejorar los recursos comprensivos del aprendiz, es decir , para pensar; que pensar es una actividad fundamental para crear; que Las acciones creadoras son la fuente primaria del verdadero aprendizaje y que éste tiene como finalidad el crecimiento integral del aprendiz. Siguiendo esta ruta, la escuela del futuro podrá entonces desafiar la situación de minusvalía intelectual y de deterioro social generada fatalmente por los modelos y las prácticas pedagógicas ortodoxas.

El presupuesto que subyace a las tesis enunciadas es que tanto la misión como la visión de toda empresa educativa con aspiraciones de contemporaneidad y de éxito, no pueden situarse por fuera del siguiente marco: Formar seres humanos bien habilitados para pensar, óptimamente dispuestos para aprender, verdaderamente opcionados para crecer y realmente capaces de insertarse de manera productiva en su grupo social.
Tal fin, se logra fomentando no sólo la convivencia democrática y un entorno de vida feliz, sino también la producción científica de conocimientos y el pensamiento superior con los más actualizados recursos conceptuales y tecnológicos
Y a partir de las acciones pedagógicas mejor fundamentadas. Con ello, el propósito de esculpir talentos humanos respetuosos de la divergencia; originales, ágiles, y coherentes tanto en sus ideas como en sus actos y expresiones; comprometidos con la novedad; solidarios con las circunstancias de sus conciudadanos; tolerantes de la duda y de la sorpresa, permeables a la crítica y, por encima de todo, capaces de comprender el universo con amplitud y generosidad, serán consignas realizables con oportunidad y excelencia.

Para iniciar, digamos que la enseñanza es una práctica social, resultado de un ejercicio cada día más profesional, del que irremediablemente sigue subordinado el destino personal y el futuro de los pueblos. Antiguamente, el encargo social de enseñar y en general de educar, fue asumido con mucho de talento y espontaneidad por una elite de maestros: individuos privilegiados de tal manera en su inteligencia y en su disposición afectiva que el desafío de formar conciencias críticas, de forjar seres humanos habilitados para la duda, la controversia y la producción, era cumplido con espontaneidad, oportunidad y maestría. Porque la talla del maestro fue tal vez una condición por sí misma suficiente para la consecución de los fines de la enseñanza, tanto la planeación como la ejecución y evaluación de la efectividad y pertinencia de los procesos y de los productos de la enseñanza, parecieron a todas luces, acciones educativas innecesarias.

Hoy, por el contrario, con la consolidación de las sociedades industriales, además de las aptitudes magisteriales, las vocaciones y los talentos pedagógicos se han relajado significativamente, al tiempo que la sociedad en general con relación al aparato educativo, ha desbocado sus exigencias (Vasco, 1995) y desmedido sus esperanzas. En estas condiciones, se hizo y se hace necesario concebir la enseñanza y el aprendizaje como efectos sociales de la inteligencia humana que deben ser, sólidamente concebidos, detenidamente planeados, estratégicamente desplegados y permanentemente evaluados.

Actualmente, acerca de la concepción, planeación, ejecución y evaluación de los ejercicios pedagógicos, son muchas las ideas y las acciones encontradas. La observación del panorama educativo nacional muestra cierta contradicción entre el decir y el hacer pedagógicos. Mientras que el primero se ha desplazado con un ímpetu decidido, motivado por el avance de las modernas ciencias cognoscitivas y pedagógicas; el segundo, el hacer, ha tendido a la estabilidad cuando no a la regresión bajo el influjo de una tradición cada día con menor respaldo argumental. En tal sentido, no es extraño encontrar que una sesión pedagógica animada por una intención constructiva, pensada como respuesta al desafecto, a la monotonía a la carencia de contextualización y de creatividad de las metodologías ortodoxas, es realizada por el maestro y evaluada por sus supervisores, por sus colegas, por sus interlocutores e inclusive por él mismo, con criterios contrarios.

Si bien es cierto que antes de 1970, fueron escasos los apoyos teóricos para cualquier tentativa de concepción, planeación, ejecución y evaluación no formal ni simplista del ejercicio docente, también es cierto que a partir de esta fecha, (y al amparo de la investigación Neurolinguística, de los progresos de la psicología cognoscitiva y de los avances de las propuestas Sociolinguísticas, transaccionales) el tema de los mecanismos de la comprensión humana pasó al centro de la discusión científica. Con él, los temas implicados con el desarrollo humano, como el de la creatividad, el de la inteligencia, el del pensamiento divergente y crítico, el de las competencias y los desempeños intelectuales - hasta ahora solamente factibles- se convirtieron en los nuevos ejes del discurso pedagógico.

De esa manera, las habilidades de maestros y aprendices para proponer y resolver problemas, sus competencias para actuar en el proceso como interlocutores fluidos y argumentados, lo mismo que sus destrezas para superar con agudeza los límites de la realidad objetiva, solicitaron un lugar más notorio en los ambientes de aprendizaje. La nueva cultura pedagógica empezó a orientarse- por lo menos en los discursos de los expertos- hacia la actividad alegre, comprensiva, autogestora, conversatoria e inferencial. Todas ellas, formas de ejercicio docente más consideradas con la complejidad y el poder de la inteligencia humana.

Allí, en el discurso pedagógico aconteció el mismo desplazamiento que las ciencias humanas y el hombre mismo han experimentado en su historia: el tránsito de una etapa de pensamiento y operaciones concretas, descriptivas y marcadamente inductivas a una etapa en la que la lógica, la explicación, la predicción y el planteamiento deductivo son los motores principales. Empujadas por esa avalancha de nuevas ideas, las misiones sociales de las instituciones prestadoras de servicios educativos parecen movilizarse ahora hacia otras coordenadas. Precisamente hacia la ruta bosquejada en el título del presente ensayo, ello es:

Se educa para pensar. A pesar de residir en el pensamiento y en el lenguaje las razones más vigorosas que sustentan la soberbia humana, los contextos educativos no aceptaron como propia la tarea de desarrollar en los escolares formas evolucionadas de pensamiento y de lenguaje. Asombra constatar, por el contrario, que las tácticas y las estrategias más socorridas en la docencia del siglo que termina, se acomodan mejor a los mecanismos de procesamiento de la información utilizados por los animales subhumanos (No son precisamente la motricidad, la memoria y la percepción sensorial, los argumentos que otorgan al hombre lugar de privilegio en la escala animal).

El énfasis desmesurado en las variables sensoriomotrices señaladas arriba, menoscabó el desarrollo de posibilidades lógico- verbales como la categorización, la deducción, la relación, etcétera. Tal vez por ello – y por fin – las políticas oficiales decretadas por el último gobierno colombiano del milenio, son contundentes al precisar que la razón de ser de la enseñanza no son los contenidos sino el desarrollo de competencias que les sirvan a los aprendices para jugar creativa, argumental y críticamente con tales contenidos. En la antesala del tercer milenio de la era cristiana los ideólogos educativos han dictaminado que se educa para pensar.

Este nuevo acento en los procesos, en las habilidades y en las competencias psicolinguísticas o lógico verbales es coherente con las propuestas pedagógicas contemporáneas . El mundo educativo ya ha aceptado como indiscutible que lo esencial en la escuela “ no es proporcionar a los alumnos conocimientos verdaderos o positivos sino hacerles capaces de contrastar y analizar diversos modelos alternativos”[1] (Pozo,1999). En tal sentido, afirmar que los temas o contenidos que atraparon al estudiante y cegaron a la escuela tradicional del siglo veinte, no son un fin sino tan solo un medio para acceder a niveles más elevados de pensamiento y de aprendizaje, es una acción que en el año dos mil no admite ninguna controversia. Los maestros, los currículos y los textos tendrán obligatoriamente que estar diseñados no solamente para que el alumno aprenda con ellos, sino para que éste tenga verdaderas posibilidades de seguir aprendiendo cuando maestros, currículos y textos hayan desaparecido de sus rutinas escolares.

Los datos, tan apetecidos por los maestros instruccionales dejarán irremediablemente de ser el centro de interés. Las materias, los programas y los temas, soberanos en los ambientes pedagógicos clásicos, cederán su cetro a los procesos, a las competencias, a los desempeños y a las habilidades. Es fácil entender que en una sociedad en la que los datos se producen a una velocidad de vértigo y en la que dichos datos se ofrecen a los usuarios escolares en empaques tecnológicos realmente efectivos y seductores , haya “ una insistencia creciente en que la educación debe estar dirigida a promover capacidades y competencias y no sólo conocimientos cerrados o técnicas programadas”[2]

Lo anteriormente expresado es tan válido que quizás por primera vez en nuestra historia educativa, los planteamientos de las grandes organizaciones educativas del mundo; las políticas gubernamentales nacionales ( Ministerio de Educación Nacional, ICFES) y las ciencias de la cognición y del conocimiento, se sitúan en el mismo horizonte conceptual.
La coincidencia es evidente . Para la UNESCO (1996) los esfuerzos de la educación deben estar dirigidos a formar a los futuros ciudadanos para que “sean aprendices más flexibles, eficaces y autónomos, dotándoles de capacidades de aprendizaje y no sólo de conocimientos o saberes específicos que suelen ser menos duraderos”[3].

Por su parte para el Ministerio de Educación nacional, el desarrollo de competencias intelectuales en los aprendices es el objetivo primordial de cualquier proyecto educativo. Desde esta instancia gubernamental se exige a la escuela, no el conocimiento de datos concretos, ni el pensamiento disgregado y atomizado, ni la memorización mecánica, sino “ La abstracción, el pensamiento sistémico, la experimentación , la comprensión crítica, el sentido común y la resolución de problemas”, ( Niño, Diez, 1998)[4] facultades humanas infortunadamente con escaso desarrollo en los escolares colombianos.

Atendiendo precisamente a esa consigna ,tanto el Ministerio encargado del tema, como el ICFES, replantearon las exigencias legales a las comunidades educativas. Reformularon por fin los conceptos, los fines y las acciones didácticas. El ICFES, por ejemplo, remodeló los criterios , la filosofía y las pruebas con las que evaluaron tradicionalmente los aprendizajes escolares en el siglo veinte al tiempo que trasladó su centro de operaciones de los datos a la comprensión de los mismos; de los contenidos disciplinares a las competencias generales y específicas, responsables de que tales contenidos sean construidos y apropiados con sentido.

Se piensa para crear. El desarrollo de la creatividad es otro fin que la escuela ha venido incluyendo en sus proyectos. No obstante, la importancia que el tema ha ganado, los avances efectivos no son todavía significativos. Quizás la razón radique en que se sigue estimando que la creatividad es una cualidad humana relacionada casi exclusivamente con la intuición, al margen de toda lógica y lejos de la órbita del pensamiento. Una explicación teórica más prometedora dice que la acción creadora requiere tanto de actitudes motivacionales como de aptitudes cognoscitivas ( Mitjáns, A, 1995). De la consistencia de esa unidad depende la fuerza y coherencia de los actos creadores del aprendiz.

El pensamiento es entonces fundamental para la creación. Mediante su concurso deviene la duda, la divergencia, la motivación para buscar respuestas novedosas a los conflictos cotidianos. No obstante, las formas básicas del pensamiento que logran ser estimuladas en la escuela, son colocadas al servicio de la repetición, de la reproducción, no de la creación. Se educa tradicionalmente para creer no para crear. No se alimenta la originalidad, sino la copia. Como solución la escuela debe crear ambientes pedagógicos en los que lo nuevo , la producción personal no representen un drama sino una consigna valorada positivamente.
Se crea para aprender. El aprendizaje verdadero, entendido como el aprendizaje capaz de actualizarse en la práctica y de generar nuevos aprendizajes, es un acto personal de originalidad productiva. Es el efecto escolar de la creación. Este aprendizaje tiene tres aristas: Querer aprender, saber aprender y poder aprender ( Pozo, j,1999), en cada una de ellas está implicada la actividad creadora del aprendiz.

Sin embargo, la tradición pedagógica nos ha educado en el pensamiento estereotipado, nos entrena con obsesión para descartar, y hasta repeler, todo asomo de creatividad y de discurso original. En estas condiciones Los aprendizajes resultan inevitablemente mecánicos en su adquisición, frívolos e impersonales en su constitución y asignificativos y estériles en su destino. El crecimiento personal es, en ese marco de circunstancias, esquivo y lento. Las posibilidades de interpretación y transformación de las limitaciones contextuales, son entonces reducidas.

Los aprendizajes logrados en los contextos educativos que desestiman la acción creadora del aprendiz pueden clasificarse como BAJOS, básicos o literales ( ver gráfico de abajo). Si bien estos aprendizajes están en la base de conquistas académicas superiores, ello es, relacionales y productivas, por sí mismos no tienen otra importancia que incentivar las necesidades de erudición y de enciclopedismo.

Hacer depender el aprendizaje de variables como el pensamiento y la creatividad supone una visión pedagógica con señales distintivas precisas Tales señales o núcleos imprescindibles de la VISIÓN PEDAGÓGICA aquí presupuesta se pueden reducir a tres:
Significatividad
Relacionalidad
Productividad


En cuanto a la significatividad, se acepta que una ambición de las actuales tendencias pedagógicas es que todo aprendizaje tenga para el aprendiz un significado profundo y personal. Comprender el dato, más allá de poderlo repetir insustancialmente, es un ideal perseguido por las estrategias de enseñanza vigentes. En este sentido, el verdadero aprendizaje es, en principio, contenido más que forma; argumentación coherente y consistente más que repetición insípida. Simbolismo y representación mental antes que reproducción Sensorial. La significatividad es el primer requisito para que un aprendizaje o un acto de enseñanza puedan convertirse luego en una experiencia intelectualmente superior. Es el punto en el que ambos se despegan del nivel inicial o básico en donde los datos tan sólo son asimilados por su lado más externo e insustancial. ( ver figura de abajo)

La relacionalidad es el segundo indicador de aprendizajes y de enseñanzas de alto nivel. Tiene que ver con las siguientes instancias intelectuales: con el pensamiento sistémico, es decir, con la posibilidad del sujeto para percibir de los distintos fenómenos sus relaciones más allá de sus partes constituyentes; su estructura total más allá de sus átomos particulares. La relacionalidad tiene que ver igualmente con las habilidades intertextuales y con la calidad intersubjetiva de los procesos pedagógicos. Si el pensamiento sistémico hace referencia a las posibilidades del maestro y del aprendiz de percibir los objetos de conocimiento como totalidades altamente organizadas y jerarquizadas, las habilidades intertextuales se refieren a la capacidad para presentar y recibir un dato, una teoría, un texto, en relación con otro dato, otra teoría, otro texto. En la medida en que un maestro y un aprendiz consigan que los distintos dominios del conocimiento sean procesados no como textos aislados sino como componentes de un tejido mayor, en esa misma medida el aprendizaje y la enseñanza serán actos intelectualmente verdaderos.

Por último, la intersubjetividad, tercera manifestación de la enseñanza y de los aprendizajes relacionales, habla del carácter comunicativo de los encuentros pedagógicos. Significa que hay un vínculo permanente de subjetividades, de valores, de actitudes, de imaginarios. Significa también que se enseña y se aprende desplegando con excelencia un cúmulo de habilidades comunicativas en episodios y contextos de actuación específicos. Significa que enseñar es saber contactar, es poder conversar inteligentemente, ello es, tener igual opción – maestro y alumno- de asumir todos los roles comunicativos: decir, contradecir, seleccionar, introducir, mantener, cambiar, los tópicos del discurso. La relacionalidad implica interdisciplinariedad mientras que en el nivel más bajo de la enseñanza y de los aprendizajes (ver figura) los datos tienden a ser descritos con los recursos conceptuales de disciplinas no conectadas.

La productividad es el tercer criterio sobre el que proponemos construir los intentos pedagógicos de la enseñanza, del aprendizaje y de sus evaluaciones. La productividad es una condición dinámica del Proceso. Implica una permanente acción constructiva, un constante planteo de problemas y de hipótesis de solución, una continua actividad deductiva, una actitud de búsqueda, una aptitud inferencial bien sólida. La enseñanza productiva, o superior, fija su objetivo en la resolución de problemas concretos. Es el tránsito de la teoría a la práctica; es el paso del texto al contexto. Es este el punto en el que los aprendizajes por situarse en el marco de las necesidades inmediatas muestran su real utilidad, su máximo nivel, su grado más elevado de sentido. Es este el tipo de enseñanza de mayor exigencia; también es la más rentable. Por un lado exige un apoyo lógico y discursivo notorio y por otro, reclama explicar los contenidos del conocimiento con herramientas conceptuales preferiblemente transdisciplinares o lo que es lo mismo acudiendo a condominios teóricos complejos en los que distintas disciplinas se amalgaman a propósito de un problema particular.

Para concluir este apartado, puede señalarse que así como se identifican tres niveles en el pensamiento o procesamiento de la información, de la misma manera, se reconocen tres niveles de enseñanza y de aprendizaje escolar. Son los niveles BÁSICO, MEDIO Y SUPERIOR. El primero suscita tan sólo aprendizajes vacíos profundamente formalistas en su asimilación, ligados irremediablemente al significante o cara externa y contingente del conocimiento. El segundo, se caracteriza por dos operaciones mentales ya descritas: la significatividad y la relacionabilidad. Por su parte, el tercero o superior, al que cualquier modelo pedagógico aspiraría como meta suprema, está vinculado con los procesos cognoscitivos de mayor poder y cobertura: la deducción, la inferencia discursiva, el dominio proposicional, la resolución contextualizada de conflictos y la construcción creativa de preguntas y respuestas válidas.

Los tres niveles mencionados - o tipos si se prefiere- de la enseñanza y del aprendizaje, son necesariamente complementarios. El nivel superior implica al anterior, de la misma manera que éste requiere del primero o básico. Es decir, que la inferencia productiva necesita de las relaciones intertextuales e intersubjetivas y estas del conocimiento formal de los distintos temas del aprendizaje. En la figura siguiente se sintetizan las características fundamentales de cada uno de los niveles mencionados. Los dos superiores compendian los rasgos de excelencia mínimos de un modelo pedagógico que aspire a educar para pensar, a pensar para crear , a crear para aprender y a aprender para crecer.

NIVELES DEL PENSAMIENTO, DE LA ENSEÑANZA Y DEL APRENDIZAJE

î SUPERIOR
contextual
aplicado- productivo- lúdico
creativo- constructivo- deductivo
inferencial- lógico- científico- predictivo
centrado en la búsqueda y en la resolución de problemas
Acento en lo transdisciplinar
Énfasis en el sentido, en la función

MEDIO
intertextual
relacional- intersubjetivo
centrado en la interacción de sujetos y de textos
Acento en lo interdisciplinar
conversatorio- sistémico
significativo- argumentado- simbólico
coherente- racional
Énfasis en el significado, en el contenido

î BÁSICO
Textual
Literal- reproductivo- sensoperceptual
Superficial- busca más la cohesión
Centrado en el texto y en el maestro
Monologante- acrítico- repetitivo
Acento en lo disciplinar

Se aprende para crecer y convivir.El fin del aprendizaje, ya lo hemos dicho, no parece ser otro que maximizar las posibilidades del aprendiz para superar la condición de esclavitud que desde el nacimiento el ambiente nos impone. Nacemos pequeños y esclavos en el sentido de que carecemos en el momento de la incursión en la vida social humana de las herramientas para vencer las hostilidades que ella nos impone. Cada aprendizaje representa una fuerza adicional para enfrentar con posibilidades de sobrevivir dichas hostilidades. Cada aprendizaje es un paso más en el camino hacia la liberación de las exigencias contextuales. En esa medida cada aprendizaje es una muestra real de fuerza, de crecimiento.

El crecimiento no ha sido precisamente la meta del aprendizaje en nuestras instituciones educativas. Por la desatención oficial; por la fragilidad del compromiso afectivo y conceptual de quienes tienen en sus manos y en su sabiduría el destino educativo de nuestros pueblos; por la falta en el pasado de políticas pedagógicas que vigilaran la adecuación de los métodos y, finalmente, porque debilitar el superficialismo, la rigidez programática y el cúmulo de preconceptos instalados cómoda y milenariamente en nuestros ámbitos de aprendizaje, es una tarea que requiere de un esfuerzo colectivo todavía no realizado de manera homogénea por las comunidades educativas, el colombiano del siglo veinte evidencia verdaderas dificultades de adaptación, así como de apropiación del medio a sus fines, de comprensión de sus circunstancias y, por lo tanto, de producción social.

Seguramente, el próximo siglo las organizaciones escolares aceptarán con decisión el camino que la ciencia y el sentido común han construido desde ahora. Será entonces que al ser colmados de dudas, de incertidumbres y de conflictos, descubramos por fin y para siempre que podemos pensar, que sabemos crear, que estamos listos para aprender y que lograremos finalmente la cuota de felicidad y de crecimiento prometida en los códigos genéticos de nuestra especie.

Q Artículo que avanza argumentalmente y a propósito de las Facultades de Educación, por el camino propuesto en el ensayo" Somos tan pequeños que no nos cabe la menor duda", publicado en el número anterior de la revista Papeles.
u Profesor del Departamento de Idiomas. Director Nacional del Postgrado en " Estrategias y tecnologías pedagógicas para el desarrollo de la lectura y la escritura". Universidad Antonio Nariño.
[1] Pozo, j (1999). El aprendizaje estratégico, Madrid, Aula XXI, Santillana.
[2] Ibid,pag,11.
[3] UNESCO (1996) Informe de la comisión Delors: La educación encierra un tesoro, Madrid, Aula XXI, Santillana, 1997.
[4] NIÑO, DIEZ, J (1998). Hacia un sistema nacional de formación de educadores. Serie documentos especiales, Ministerio de Educación Nacional, Santafé de Bogotá.